Llegamos a la primavera y con ella inconscientemente, dejamos atrás las sudaderas y los suéteres calientitos de la abuela para sacar esas blusas de colores, esos vestidos frescos y ligeros, y en los caballeros porque no, esos pantalones cortos y camisas estampadas.
Hablar de la primavera es, de cierta manera, hablar del día a día con más luz y más energía. Es despertarse de buen humor y ver que nuestros alrededores se llenan de colores y aromas frutales. Es el momento donde la fauna empieza su temporada de reproducción y la vegetación prospera y florece.
Dicho con otras palabras, la primavera es la temporada de un ambiente romántico y lleno de belleza. Y como a mi parecer no hay belleza más linda y natural que la de una flor, en esta ocasión les narraré un poco de estas pequeñas coloridas en París.
Es verdad que tengo cierta inclinación hacia las plantas, porque transmiten tranquilidad y cierta espiritualidad; son un ejemplar de belleza simple. Pero hablar de flores y sus colores, es fascinante porque te llena la vista de amor y la cabeza de recuerdos.
Porque claro, las flores son un símbolo de cariño y su adquisición es muy importante, además, la mayoría de las personas hemos recibido o regalado en algún momento, un ramo de rosas: por algún cumpleaños, en alguna cita, un regalo para mamá, un triunfo académico o por la pérdida de un ser querido.
Así que la primavera es la mejor temporada de todas, porque aquí es cuando hay más variedad en las flores. Y en relación con eso, les explicaré el término francés de “les fleuristes”.
“Les fleuristes” lo podemos traducir como “los floristas”, es decir, las personas que se encargan de vender flores, pero también es un término que se utiliza para referirse a las floristerías o a las tiendas donde se venden flores, plantas y arreglos.
En los países europeos, donde la temporada de otoño e invierno es larga, el ambiente puede ser demasiado sombrío, y son las floristerías las que dan color a las calles.
De hecho, es tanto el amor a las flores y espacios verdes de la ciudad, que existen carreras y universidades dedicadas únicamente a esta profesión. Así que si entras a alguna en la capital francesa, ten por certeza que la persona que te atenderá es una especialista.
Cuando yo vivía en París, me gustaba mucho pasar de vez en cuando a las florerías y si salía a caminar, por ejemplo, seguro por el barrio me toparía con alguna. De cierta manera la frescura en el sitio y los colores me llenaban de energía, además es muy normal visitarlas porque son lugares muy típicos y turísticos en París.
En mi último onomástico viviendo allá, Germain me regalo 2 ejemplares de flores y yo fui feliz. Recuerdo mucho ese día porque quería felicitarme, pero ambos teníamos planes y estábamos lejos; al final para poder estar juntos, tuve que pasar por él a un bar de noche, y como yo solía andar en bicicleta, lo hice subir toda la avenida hasta mi departamento en una “vélib’”.
A la mañana siguiente me invito a almorzar y en el camino de regreso a casa, nos topamos por coincidencia con una florería o eso pensé. Recordó lo mucho que me gustaban las plantas, así que entramos para que yo escogiera las que serían mi regalo.
Pausa comercial: es importante destacar que las flores “sí, son carísimas en París”. Seguimos…
Yo estaba muy emocionada porque en ese momento no tenía flores en casa, solo una pequeña planta en el tocador. Y como éstas flores las ofertaban en maceta, es decir, que tenían raíces, podría cuidarlas y me durarían un poco más. Las coloqué afuera de la ventana, con la vista panorámica hacia la ciudad.
Con el final de la pandemia y mi regreso a México, las flores cumpleañeras se quedaron a cargo de mi amiga Sabri; y cuando ella también se regresó, fue nuestro amigo Rafa, quien las adoptó.
En esta última visita, todo el ambiente del mes de febrero fue gris, pero como lo tenía previsto fueron “les flueristes”, las que me dieron la bienvenida a la ciudad y a París.
