A unos días de que lleguen a su fin las campañas electorales en el estado de Hidalgo, los principales partidos realizaron sendos actos de cierre de actividades proselitistas. Por un lado, Morena y sus aliados decidieron culminar en la plaza Juárez de Pachuca.

Por otro lado, Carolina Viggiano abanderada del PRI, realizó un acto en Huejutla al tiempo que invitó a un concierto masivo con el grupo Bronco, para aderezar –al viejo estilo caciquil–, el supuesto triunfo que pregonan.

Los dos eventos citados fueron multitudinarios; en el caso de los guindas, se calculan entre 20 y 25 mil simpatizantes congregados en la capital hidalguense. Por parte del PRI, se calcula entre 10 y 15 mil huastecos.

Pero los mítines en campaña no necesariamente significan votos. En realidad, los miles de personas que acuden a estas fiestas cívicas, reflejan la capacidad de movilización de los equipos de campaña. No es ningún secreto que los asistentes ocupan un medio de transporte, alimentos y alguna retribución económica.

De esta manera, los asistentes a un evento político, solo alimentan los egos de los políticos. Pero lo que se omite es que muchas personas pueden asistir a distintos actos sin empeñar lealtades partidistas.

En otras palabras, la movilización que cuenta es aquella que se realiza el día de las elecciones. No sirve de mucho llenar mítines y descuidar las urnas. Los comicios se ganan con votos y con organización el día de la jornada.

En ese sentido, los actos simbólicos que se realizan durante la etapa proselitista levantan los ánimos, reflejan cierto ánimo de los electores, son producto de una buena o mala logística de los equipos; pero no llevan a nadie a ganar elecciones.

Falta lo más importante para los competidores, su trabajo en el cuidado de las urnas, el seguimiento en la jornada electoral respecto a los incidentes que se presenten, el blindaje electoral, etc. Todo eso se activará en los siguientes días.

Y en este sentido vale la pena analizar la capacidad que tienen los partidos, para hacerle frente a una inercia negativa de robo de urnas o alteración de resultados, por parte de los que se sienten perdedores.

Más allá de eso, lo que todavía queda en el tintero es ver cómo se activan los otros mecanismos. Aquellas estrategias de choque, de sembrar miedo, de alterar la paz social para generar ambientes enrarecidos que ausentes a los votantes.  

Antes de que eso ocurra, vale la pena hacer una comparativa entre los dos principales contendientes. Por un lado, el candidato de Morena quien cerrará actividades en Tepehuacán de Guerrero, lugar emblemático por el lastre que representa para ese lugar la familia Austria, identificados como políticos que trascienden gracias a sus fuertes lazos políticos, económicos y delincuenciales.

Por otro lado, la candidata del PRI, prefiere cerrar con música al estilo grupero. La reconocida agrupación que hizo popular el tema “libros tontos”, será quien ponga punto final a esa campaña. Dos caras contrastantes y un solo espacio en Palacio de Gobierno.

Vale la pena estar muy atentos al colofón de estos actos, para ver cuál de ellos es más representativo de la realidad política del estado.

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