El pasado domingo tuvo verificativo el esperado segundo debate, entre los candidatos a la presidencia de México, Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Maynes; quienes jugaron sus cartas en vísperas de los últimos días de campaña.

Lo que resaltó es una estrategia muy definida de los tres frentes políticos que tenemos los mexicanos. Por un lado, la candidata Xóchitl siguió en la línea de ataque, con señalamientos muy agresivos, que parecían tener como única posibilidad sacar de quicio a su rival.

Por otro lado, la candidata de Morena y sus aliados, se mostró serena pero ahora más receptiva a los constantes ataques de su rival. Y por último, el candidato Maynes jugó con la percepción de que la elección no está definida entre las dos opciones punteras y se quiso meter a la discusión con una y con otra, con tal de sacar algo de provecho.

Bajo este tenor, es evidente que esta segunda ronda sirvió para mover algunas piezas y reacomodar a los equipos de comunicación.

Los asesores de Xóchitl, están claros que necesitan de más ataque para desestabilizar a una muy institucional candidata, que puntea en las encuestas. Por su parte, Claudia actúa con cautela por saberse ganadora en las encuestas, pero ya empieza a dedicar más tiempo en responder los ataques.

El que cada día se ve más cómodo es el candidato de la tercera vía. Él parece feliz en cada momento. Sabe que sus posibilidades de ganar son nulas y por eso todo lo que haga le suma, le va bien, le parece simpático.

La comunicación de los tres juega roles muy específicos. Tal parece, que el ganador de la agenda con lo jóvenes, es la opción naranja. La deformación del lenguaje (fosfo fosfo), los jingles pegajosos (presidente Maynes) y las ocurrencias de momento hacen que fluya bien su interacción en redes sociales.

El modelo más tradicional acompaña a las candidatas. Por parte de Morena es un toque institucional que proyecta a su candidata como futura presidenta. Con un esquema sobrio, sin humor, sin confecciones innecesarias.

El equipo de la candidata Xóchitl se debate entre la gracia y la desgracia. Las ocurrencias de la candidata a veces le suman y otras le restan. No se sabe si lo hace adrede o si está simulando. Pero en el recuento, su campaña se ha convertido en un mal chiste más que en un conjunto de propuestas.

Todavía falta una última ronda el 19 de mayo. Ahí los candidatos tratarán de consagrar toda la estrategia de comunicación. En el caso de Sheinbaum la idea es proyectarla como próxima presidenta, la de Xóchitl hacer parecer que tiene una estrecha diferencia con el primer lugar y que todo se decidirá el día de la elección. Para Maynes, la historia puede terminar hoy y él ya ganó. Se proyecta como un joven con capacidad, discurso y carisma. Aunque eso no es suficiente para gobernar un país.

Al final, los debates presidenciales siguen escribiendo su propia historia y se consolidan en el escenario electoral. De tal manera que ahora resulta difícil no verlos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: