A tres días de celebrarse la elección más importante en el estado de Hidalgo, vale la pena hacer una reflexión numérica, sobre el respaldo electoral que ha tenido Andrés Manuel López Obrador, en esta entidad. Lo anterior, con la finalidad de ver si esas simpatías, jugarán un papel relevante en el resultado electoral del próximo 5 de junio.  

En 2006, en la primera elección presidencial que participó AMLO, obtuvo 385 mil votos en Hidalgo; seis años después, en la elección de 2012, aumentó su respaldo electoral a 411 mil; en 2018 donde ganó con holgado margen, alcanzó un histórico de 850 mil sufragios.

Es decir, en cada elección fue aumentando electores.  

En el ejercicio reciente de participación ciudadana, donde los ciudadanos podían refrendar y/o revocar el mandato del presidente, Hidalgo se posicionó como la décima entidad que más apoyo le concedió al mandatario para que siga gobernando. En números absolutos, obtuvo 425 mil sufragios con la tercera parte de las casillas, que regularmente se utilizan para una elección constitucional.

Es decir, utilizando una proyección (sencilla y sin rigor) del supuesto que se hayan instalado las casillas completas, AMLO hubiera alcanzado la cantidad de un millón 200 mil votos, cantidad que resulta del producto obtenido en las urnas multiplicado por tres. Hay que recordar que solo se instaló la tercera parte de mesas receptoras de votos. 

El punto es que el oriundo de Macuspana, Tabasco, ha gozado de un capital político importante en el estado, tal como lo reconocen las mediciones sobre su popularidad, que en Hidalgo ascienden al 82%.

Bajo este postulado, hacer una campaña electoral con esa base es algo extraordinario. Se trata exclusivamente de no cometer graves errores, dosificar la ventaja de la marca Morena – AMLO y mantener la misma línea discursiva.

Esas y otras más, fueron las ventajas competitivas de la actual campaña electoral de Morena en el estado de Hidalgo. Gracias a ello, el actual abanderado de la 4T, Julio Menchaca inició su campaña con 40% de las preferencias electorales y en este momento (según las encuestas nacionales de varias empresas), está en más del 60%.

Por tanto, no es arriesgado decir que Hidalgo se pintará de guinda y terminará con 93 años de predominio priísta en este territorio, que hasta hace poco se decía “bastión del PRI”.

Las apuestas están a favor de Morena, porque además de lo anterior la abanderada del PRI está fuera de lugar. Por primera vez en el estado de Hidalgo, el gobernador actual no tuvo nada que ver con su designación.

Por el contrario, fue un claro opositor a su designación al punto de encabezar una desenfrenada e intestina pelea a través de redes sociales, con la dirigencia nacional del tricolor. Derivado de aquel zafarrancho, Carolina Viggiano tuvo que ser designada por Acción Nacional para ocupar la candidatura de la coalición entre el PRI, PAN y PRD.

Por tanto, la dirigencia del PRI a nivel local, fue desplazada lo que propicia que en este momento las bases estatales del tricolor vean con mala cara esa imposición. Ergo, la maquinaria electoral dominante está desafinada por tal situación.

En suma, las condiciones juegan a favor de la terna AMLO-Morena–Menchaca. Solo hay que esperar los márgenes de votación y la diferencia con la opción perdedora. Cuestión que también podría ser histórica.   

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