Cuando parecía que el SARS-Cov2 había alcanzado la curva de aplanamiento, en las últimas semanas, los casos se han disparado.
Afrontar este patógeno, lejos de su tierra, es una tarea nada fácil para algunos tulancinguenses, que actualmente viven en diferentes partes tanto de México como del mundo.
En primer lugar, tienen que protegerse y a la vez, viven en la zozobra por la incertidumbre que están a cientos de kilómetros de distancia de sus familiares.
Rocío García Rodríguez desde 1994, vive en una localidad de España, llamada Casariche, ubicada entre Sevilla y Málaga. La entrevistada dijo que “el gobierno durante mucho tiempo, insistió en que habría que tener muchos cuidados, no salir de casa. Nosotros solo salíamos para adquirir lo necesario y mis hijos (de 18 y 22 años), les teníamos que decir que salieran al patio, para que cuando menos les diera el sol. En el mes de agosto, pudimos salir a Málaga y parecía que la nueva normalidad continuaría, pero ahora hay muchos casos y estamos como al principio”, expresó.
La entrevistada agregó que las multas son muy altas por salir sin motivo justificado e incluso hay pena de cárcel.
Los motivos justificados serían, por ir al supermercado, farmacia o gasolinera, ir a trabajar, ir a ver a un familiar, que dependa de ti su alimentación e ir por un médico.
Por su parte, desde Dana Point, California, Omar Arteaga quien se dedica a atender un restaurante, dijo vía telefónica que ahora con las recientes campañas políticas y las celebraciones por el triunfo del demócrata Joe Biden, es posible que los casos aumenten.
“Durante más de dos meses mantuve cerrado mi negocio, que es de lo que nos sostenemos, si las autoridades determinan que nuevamente se cierren los comercios, la situación se tornaría más complicada, ya que de por sí la economía ya está muy afectada. La verdad, es que estamos muy preocupados acá y por nuestros familiares en Tulancingo”.
Laura Ahued Navarro, vive en Parral, Chihuahua. Comentó que desde un inicio el gobierno del estado, tomó cartas en el asunto. “Parecía que íbamos de salida, pero la gente se confió, no tomó las cosas en serio, los bares estaban abarrotados, había estadios de futbol y béisbol en los que se permitió el acceso al público, y ahora ya nos regresaron a semáforo rojo. Ahora se cerraron bares, restaurantes, gimnasios y en el supermercado, no dejan entrar a más de una persona por familia, no hay afluencia en las calles; ojalá no ocurra lo mismo en Tulancingo, porque lo que se sabe por acá, es que también Hidalgo, regresará a semáforo rojo”, comentó.
“Me preocupa mi familia que vive en Tulancingo, pero confío en que se están cuidando, esto va a pasar, pero mientras tanto hay que tomar en cuenta todas las indicaciones del gobierno”, concluyó

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