El día de ayer en la Cámara de Senadores se aprobó el dictamen que establece la regulación del cannabis (mariguana). De esta manera, se da el primer paso para que el Estado mexicano tenga el control de la producción, distribución, comercialización y consumo de esta planta.

El debate sobre la pertinencia de liberar el uso medicinal, lúdico, industrial y de investigación del cannabis generó un amplio debate. Incluso, aquellos que estuvieron a favor, mantienen discrepancias sobre el gramaje permitido para el consumo personal.  

Hay que recordar, que lo anterior, se deriva de la declaratoria general de inconstitucionalidad que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió sobre el tema. De esta manera, el gobierno tenía dos opciones: regular o dejar a la deriva un mercado, que representa varios millones de pesos.

Bajo este esquema, se presentaron iniciativas para ser analizadas y eventualmente construir un dictamen, que permitiera tener una regulación acorde con los derechos humanos y las mejores prácticas internacionales.  

Con aciertos y virtudes se aprobó la regulación a través de un ejercicio de Parlamento Abierto, que contempló la organización de mesas temáticas, conferencias, simposios, coloquios y foros con la intensión de escuchar las distintas voces en torno a este tema.   

En total y a través de los canales de comunicación que se abrieron para tal efecto, se expresaron sobre el particular más de 2000 personas de manera presencial y remota. A lo anterior, habría que sumar, los 700 correos electrónicos atendidos a través de la dirección cannabis@senado.gob.mx, tres proyectos de Dictamen elaborados y difundidos, 20 reuniones con asesores en la Secretaría Técnica, 400 documentos analizados y cinco reuniones de Comisiones, cuyo producto es un dictamen aprobado la tarde de ayer.

En suma, para el análisis y estudio del proyecto en cuestión se invirtieron cerca de 1,300 horas. Esa cantidad de trabajo descansó en cinco ejes rectores: regulación, salud, Derechos Humanos, desarrollo sostenible, paz y seguridad.

Lo que se puede deducir, en este primer acercamiento sobre el tema, es que todavía hay mucho que aprender. No es sencillo regular ese mercado y más cuando se mantuvo en la clandestinidad por decenas de años. Pero lo mejor, es que el Estado mexicano toma las riendas sobre el particular con todo y lo que representa el cobro de impuestos de este amplio mercado.

De tal suerte, que México se acerca como ocurre con sus socios comerciales (Estados Unidos y Canadá), a un modelo que rompe paradigmas en este tema. Ya no hay pasos para atrás. Esta nueva ley descriminaliza el consumo, trata a las personas como mayores de edad capaces de tomar sus propias decisiones sin que se le castigue por ello.

Por tanto, se sientan las bases para tener un país distinto que respeta el libre desarrollo de la personalidad. Que ve los problemas de las adicciones de manera desmitificada. El consumo ya no será satanizado, será atendido como una más de las drogas socialmente aceptadas tal como ocurre con el tabaco y el alcohol.

No hay que olvidar que la sustancia que más adicción genera actualmente, es el azúcar. Estos carbohidratos son los responsables de miles de muertes silenciosas en el país. Y actualmente, tiene un efecto negativo en la letalidad del coronavirus.

De tal suerte, que la regulación del cannabis representa la puerta de entrada para generar un mercado textil, medicinal, lúdico e industrial de una planta, que tiene cientos de beneficios que están por descubrirse en un marco legal y controlado por el Estado.

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