“Era nuestro tercer día en la ciudad de Chicago. La primera noche nos había atrapado una tormenta después de cenar, que solo nos permitió ir de regreso al hotel; llegamos felices, con la barriga llena, pero con la ropa empapada.
En el segundo día, a medio día, nos habíamos aventurado a visitar el punto más cercano del Lago Michigan, para tomar fotografías del contraste con la playa, el clima y los grandes edificios; por la tarde invertimos el tiempo en nuestro primer taller de bordados hidalguenses y por la noche, el increíble festejo de mi aniversario. Lo sé, fueron muchos eventos importantes en tan solo un par de días, pero tranquilos que lo iré contando parte por parte.
Los primeros días estuvimos hospedadas en el “Hotel Allerton” de la avenida Michigan. Esta avenida, es una de las principales que recorre de norte a sur toda la ciudad de Chicago y en dónde se encuentran grandes atractivos como “The Art Institute of Chicago”, “Millennium Park” y “Water Tower”, por mencionar algunos.
La avenida Michigan también es conocida como “The Magnificent Mile”, por todas las tiendas de lujo, restaurantes y hoteles que hay, pero es llamada así únicamente a la parte que inicia desde “Riverwalk” hasta “East Lake Shore Drive”, que es donde empiezan los grandes condominios y apartamentos corporativos. Así que, en nuestro tercer día en la ciudad de los vientos, aprovechamos la cercanía con esta majestuosa avenida, el clima soleado inusual de esas fechas y salimos a recorrer el lugar.
El recorrido inicio por admirar cada detalle de nuestro alrededor, es decir, las jardineras, los letreros, las vitrinas, los autos y la gente pasar. Si bien, la arquitectura contemporánea mezclada con edificios históricos y sus diferentes colores son mágicos, la parte que armonizaba el entorno, desde mi perspectiva, eran las jardineras; porque saben que soy amante de la naturaleza y esta incorporación de zonas verdes en ciudades cosmopolitas me encanta.
Bueno, nos seguimos de largo. Entre foto y foto, hasta llegar a la Plaza de las Américas, lugar donde ondean las 35 banderas latinoamericanas que conforman la OEA (Organización de los Estados Americanos) y una estatua de nuestro Benemérito Benito Juárez.
En esta plaza, además de la bandera mexicana, nos topamos con la obra de “Wings of Mexico” o “Alas de México”, en su traducción al español. Esta obra de arte se conforma de dos alas de ángel de color dorado y un marco café que las sostiene. Fue creada en el 2010 por el artista mexicano Jorge Marín, y desde entonces ha recorrido el mundo.
La obra tiene un hermoso mensaje que invita al público a apropiarse de ella. Las alas representan perseverancia y aspiraciones, y en el caso de la comunidad migrante, se ha convertido en un reflejo de esperanza y diversidad.
“Wings of Mexico” se encuentra en un espacio público por lo que siempre está rodeada de gente retratándose. Nosotras nos acercamos para leer la descripción y su significado, y en un instante que no había turistas, aproveché y corrí hacia las alas doradas, alcé mis manos y posé para la cámara desde lejos.
En la foto original, la de mi celular, salgo con mucha gente alrededor y una sonrisa de oreja a oreja, porque sí, alzar las manos en esa obra de arte es muy liberador y te hace sentir pleno. Acto seguido, un hombre alto se acercó a mí y me entregó una hoja impresa en mano: era mi foto en las alas, en un diseño de portada de periódico con datos relevantes de la obra de arte, de la ciudad y una nota donde el reportero anunciaba la visita de una celebridad a la ciudad. Esa celebridad supuestamente era yo.
Creo que esa hoja impresa fue el detalle más lindo e inesperado que haya imaginado de mi viaje por la ciudad de Chicago. Sin embargo, en ese momento no pude dejar propina porque no tenía cambio, así que le sonreí, la guardé en mi bolso y seguí caminando.
Al siguiente día, decidimos regresar para que mi compañera se tomara una foto en esa misma plaza y, de tener suerte, agradecería al hombre de aquella hoja impresa.
Llegamos muy temprano al sitio con la intención de que no hubiera mucha gente y tuvimos la fortuna de coincidir con el hombre otra vez. Su nombre es Jurij, de Eslovenia, pero mi compañera inspirada en las “Alas de México” lo nombró “mi ángel”. Es un hombre muy agradable y educado y después de una pequeña charla, aprovechamos la oportunidad e hicimos una sesión de fotos con él.
Al final, mi compañera también obtuvo su portada de periódico impresa y agradecimos a Jurij por su grandiosa idea y por sus recomendaciones para visitar la ciudad.

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