Desde hace tiempo el Partido del Trabajo se encuentra en el escenario político local como un objeto de decoración. Y es que su fuerza electoral en la entidad, es meramente simbólica. Muy rara vez alcanza los tres puntos porcentuales.

Este papel de actor secundario le ha valido algunos espacios que sirven de palanca para mantenerse con vida en la esfera local. Pero nada más que eso. Un partido al margen de las decisiones trascendentales, sin rumbo y sin proyecto.

En ese sentido, en lo local, fue el aparato perfecto para que intereses alejados a su ideología original, tomaran por asalto a su dirigencia. En aquella tierra sin dueño pronto florecieron nuevos liderazgos identificados con el denominado grupo universidad.

De esta manera, el PT se convirtió en el pasaporte perfecto para que cuadros alejados de la izquierda, pudieran tener cabida en aquel partido de la estrella. A cambio, ese pequeño grupo, pudo tener representación en el Congreso y una que otra presidencia municipal.

Pero como ocurre en política, los tiempos de bonanza terminan más rápido de lo previsto. Al menos eso parece cuando uno de sus integrantes del PT en el Congreso, ha sido procesado por presunta responsabilidad de los delitos de acopio de armas de alto poder y posesión de drogas.

Con esa carga, el PT irá en alianza con su hermano mayor Morena, en los compromisos electorales del próximo año. Con ello, seguramente, mantendrá no solo el registro sino algunas posiciones de poder que le permite tener algo de margen para mantener su existencia.

Pero lo cierto es que su participación en esa fórmula electoral es cada vez menos rentable. Sus votos se han reducido desde que Cipriano Charrez, ex diputado federal dejo sus filas y ahora que el grupo universidad tiene conflictos al interior, parece que nuevamente se quedará aislado.

Les queda mucho por hacer en aquel partido que efectivamente surgió de los movimientos sociales. Aunque vaya paradoja, sus inicios están ligados a Carlos Salinas y sus influencias con poderosos políticos del norte del país.

Inclusive, no hace mucho, una artimaña legal les permitió mantener el registro desde una fina operación política desde Bucareli, donde el titular era Miguel Osorio Chong. Esa maniobra los tiene hoy aliados a un bloque electoral que no pueden ni quieren dejar.

La suerte de este partido es incierta. En Hidalgo perdió la brújula una vez que fue utilizado como instrumento de varios grupos, que se han disipado dejando a su suerte a los pocos militantes que todavía ven proyecto para este partido.

Sus tentáculos a nivel nacional seguramente los sacarán a flote de esta crisis local. Estoy seguro que sobrevivirán a otra elección y mantendrán algunos espacios y dentro de poco tiempo otro grupo en decadencia se infiltrará para tener pequeños réditos electorales.

Así la vida de estos partidos políticos satelitales en provincia. Que no abonan al debate público y que ordeñan las jugosas prerrogativas de la democracia electoral.

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