El estado que representó, durante muchos años, uno de los bastiones electorales del PRI ahora se convierte en el detonante de su propia extinción. El juicio anterior, está respaldado por lo ocurrido ayer en un acto público donde diversos actores anunciaron su salida del tricolor.

Entre ellos, Miguel Osorio quien actualmente es senador y que fue un fuerte aspirantes a la candidatura presidencial del PRI en 2018. Dicha posibilidad estaba respaldada por ser el secretario de gobernación federal en el sexenio de Peña Nieto.

Es decir, Osorio fue –hasta ayer– uno de los activos más importantes de su partido en el ámbito político. Conocedor como pocos de los intersticios del poder desde aquella secretaría llamada en su época la super secretaría, por la acumulación de facultades que le asignaron.

De la mano del también ex gobernador de Hidalgo, se sumaron Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila y Nuvia Mayorga todos ellos compañeros de bancada en el senado.

De la primera hay que decir que su padre fue secretario general del PRI nacional, además de ser cuñado de Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México por el mismo partido. La relación familiar se dio cuando su hermana Adriana Salinas contrajo nupcias con aquel que también fue gobernador de Guerrero.

La mañana del 28 de septiembre de 1994, Ruiz Massieu fue asesinado a la salida de una reunión en las céntricas calles de la capital del país. Para la justicia mexicana, el autor intelectual –vaya paradoja– se lo adjudicaron a su otro cuñado, Raúl Salinas de Gortari. Aunque al paso de los años, salió de la cárcel por falta de pruebas.

De Nuvia Mayorga no hay mucho que decir. Su paso por el PRI estatal no es sobresaliente. En realidad, se trata de una de las personas más leales al osorismo. Fue secretaria de finanzas en el sexenio de Miguel Osorio y su paso por el senado se debe a una posición de primera minoría. Es decir, llegó a la máxima tribuna del país, quedando en tercer lugar en la elección de 2018.

La otra pieza clave de esta renuncia masiva del priísmo nacional descansa en Eruviel Ávila, quien fuera gobernador del estado de México de 2011 a 2017; y quien fuera predecesor de Enrique Peña Nieto y sucesor de su primo, Alfredo del Mazo Maza.

Es decir, parte fundamental del denominado grupo Atlacomulco, que sirviera de bisagra para que la misma familia detentara el poder en aquella entidad caracterizada por un priísmo muy sólido y disciplinado.

Estos liderazgos fueron los que el día de ayer le dicen adiós a su militancia, poniendo en jaque a la actual dirigencia nacional.

En sus discursos, aseguraron no coincidir con la forma en que se ha desarrollado el partido, y anunciaron la creación del movimiento Congruencia por México. No sin antes señalar que la actual dirigencia “es manejada por un grupúsculo, empezando por los dirigentes nacionales, sembrado miedo y cerrando las puertas a las y los militantes, dejando de escuchar a los verdaderos priistas”.

También se dijo que el PRI se ha convertido en un partido dictatorial, el PRI está secuestrado por su dirigencia nacional, ya perdió la esencia con la que se construyó, se ha alejado de sus orígenes, ya perdió el respeto por la militancia y de todos aquellos que han dado la cara por el partido. Hoy sólo hay dos caminos: o estás con la dirigencia nacional solapando atrocidades o simplemente nos convertimos en sus enemigos políticos”.

En este sentido, parece que se viene la noche para aquel partido, que hace unos años era dueño de la escena nacional. Todo lo anterior, que casualidad, se da en la entidad que le dio 93 años de gobiernos consecutivos al PRI.

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