Según el diccionario de la lengua española, usurpador es el término utilizado para denominar a la persona o grupo de personas que comete el delito de usurpación, reclamando u obteniendo el poder de forma ilegítima y controvertida.

El adjetivo le va muy bien a la senadora que fue electa con una denominación partidista (Morena) y hace meses decidió alejarse de esa tendencia ideológica, para convertirse en una de sus principales detractoras.

Esa extraña metamorfosis solo se entiende de aquellos que carecen de convicciones, de los que buscan el beneficio propio a cualquier costo y de los que están dispuestos a cambiar de piel, con tal de mantenerse en el poder.

Para la ex conductora de televisión, la política no solo es aquella actividad confrontativa, sino que también le representa una plataforma de lucimiento personal, a través de la denostación permanente de sus adversarios.

Es decir, en su cosmovisión no cabe el supuesto de un debate de ideas sino la participación en un reality show donde el que grita, hace escándalo, o dice más estupideces es el que brilla y se gana la gracia del público.

Este personaje confuso dio nota hace unos días, cuando desistió en su intento por ser candidata de la oposición a la presidencia de México. Porque además de lo anterior, Lily Téllez pensó por un momento en que sería tomada en serio para encabezar una candidatura a la primera magistratura del país.

Por supuesto que en su empeño se encontró con una serie de inconveniencias. La primera, y quizá la más importante, es que en aquella encomienda se requieren perfiles de otra naturaleza. Más allá de la estridencia y el blof.

Una candidatura a la presidencia exige nivel superior de conocimiento en diversos temas y otras cualidades, que al parecer hicieron que la polémica senadora tomara distancia de esta posibilidad.

Por tanto, Lily Téllez, encontró otra vez un camino alterno para poder sobresalir. Al cobrar conciencia que no tenía ninguna oportunidad en el proceso interno de selección de candidatos, optó por cuestionar todo y a todos.

En función del método la frustrada aspirante publicó un video donde asegura que el frente Va por México, no brinda certidumbre ni ofrece transparencia en los recursos y no garantiza que existan plenas condiciones de equidad entre los aspirantes.

“No otorga el poder de decisión de los ciudadanos, sino a los que movilizan ciudadanos. No genera certidumbre sobre la autenticidad del padrón electoral interno y la forma de recibir y contar los votos”, criticó.

En consecuencia, los mexicanos nos perderemos la oportunidad de tener una campaña cargada de disonancias, donde una mujer que proviene del medio del espectáculo sea capaz de contender electoralmente.

Después de este intento por volverse a acomodar en algún sitio del espectro político, Lily Téllez perderá toda oportunidad de hacerse notar. Se le acaban las fichas para jugar otra posición y seguramente regresará a los medios de comunicación, de donde no debió de salir.

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