Los oriundos de estas tierras conocemos a Xóchitl Gálvez, porque aparece en el escenario político cada vez que hay elecciones y desde que fue candidata a la gobernatura, sus apariciones se han vuelto más histriónicas.

Esta figura, difícil de descifrar, nació en el valle del mezquital en el estado de Hidalgo específicamente en Tepatepec, un pequeño poblado que apenas rebasa los 10 mil habitantes. Ahí entre una marcada desigualdad y pobreza, la mencionado estudió su nivel básico.

Quizá esa sea la única vinculación que tiene Xóchitl con el estado. Porque desde muy joven probó suerte en la CDMX. Dejando atrás su primera niñez en territorio hidalguense.

La hoy aspirante a la presidencia de la República por el frente amplio conformado por el PRI, PAN y PRD, incursionó en la política en el año 2000; y lo hizo con un mal referente: Vicente Fox. Éste la integró a su gabinete como titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas donde se dio a conocer por su forma de hablar, vestir y confrontar a los políticos tradicionales.

Hasta ahí el paso de Gálvez en la administración pública fue poco menos que mediano. No se recuerdan grandes acciones que desde su oficina se hayan implementado para los pueblos indígenas. Menos aún para sus paisanos.

Lo que si ocurrió es que Xochitl fue candidata en el 2010 para gobernador. Su campaña fue muy atractiva, incluso vale decir que fue la primera vez, en donde hubo una competencia real por el poder. Porque en Hidalgo, aunque ahora parezca una paradoja – el dominio del PRI era abrumador.

Aún así, Xochitl tuvo un destacado papel en la contienda, poniendo a temblar a todo el aparato estatal. Todavía se recuerda que un par de días antes de la elección la casa de campaña de la abanderada del PAN fue saqueada. Extrayendo el equipo de cómputo donde tenían registrados a sus representantes en la casilla.

Ese bajo recurso, hoy lo sabemos, se orquestó desde palacio de gobierno por el hábil Miguel Osorio, que dejó en la indefensión a la novel candidata. No solo eso, se realizó una campaña negativa nunca antes vista en la entidad y se encarceló a su hermana por supuesto secuestro.

Vale la pena decir que la indiciada todavía permanece en la cárcel tras 12 años sin recibir una sentencia. El mensaje, en ese momento, era claro: en Hidalgo nadie podía desafiar al PRI; y para su desgracia, Xóchitl lo hizo.

Sin embargo, le duró muy poco su protagonismo local, Xóchilt prefirió incursionar en la política electoral de la CDMX. Comprobó residencia en la capital del país y compitió para ser jefa delegacional de Miguel Hidalgo.

Aquello lo hizo sin dejar de tener su credencial de elector en el estado de Hidalgo. Por tanto, la ahora aspirante a la presidencia, tiene un pie con la capital del país y otro en Hidalgo. Lo anterior, jugando con la posibilidad de tener dos domicilios que le permitan tener derechos políticos en los dos lugares.

Ahora, Xóchitl amplía sus horizontes y quiere competir por la máxima magistratura del país. En su intento tiene algunos elementos a su favor. Una supuesta historia de esfuerzo, el favor y ánimo de grandes capitales y el ropaje de una indígena simulada.

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