El segundo hombre más poderoso en el sexenio de Enrique Peña Nieto, cayó en desgracia; el hidalguense Miguel Osorio Chong, ex gobernador de Hidalgo y último secretario de gobernación del régimen priísta, dejo de ser el coordinador de la bancada en el senado de la república.

Este movimiento orquestado desde la dirigencia nacional del PRI, merma la influencia política que tenía y lo deja al borde de una salida por la puerta trasera de aquel partido, que lo consintió durante toda su trayectoria pública.

Osorio, el operador político por excelencia, supo mantener un pequeño coto de poder una vez que su partido perdió la presidencia en el 2018. Supo colocarse en la máxima tribuna del país, con un pasaporte seguro como son las candidaturas plurinominales.

Una vez en ese cargo, fue interlocutor de varias reformas de gran calado. Ayudó en la conformación de la Guardia Nacional y en otros proyectos legislativos, que han sido prioritarios para el huésped de Palacio Nacional. 

Incluso, tuvo ciertos guiños con el proyecto morenista en varias de sus acciones y decisiones. Pero algo de pudor o prudencia lo mantuvo ligado a las filas del tricolor. Ahora, con cierto tono de venganza, Alejandro Moreno lo despoja de su última posibilidad para tener reflector a nivel nacional.

Hay que recordar que hace algunos meses, el dirigente nacional del PRI quiso tener un acercamiento con los senadores de su grupo parlamentario. Sin embargo, el hidalguense mostró desdén y no convocó a sus pares para celebrar dicho encuentro.

Este capítulo y la suma de muchos más desencuentros, hicieron visible la falta de empatía entre los dos personajes. Aunado a lo anterior, la secretaria general del PRI, tampoco fue consecuente con Osorio, quien fuera su jefe cuando el primero era gobernador.

Empoderada y dudando de las lealtades de Osorio, Carolina Viggiano hizo lo propio para que el ex secretario de gobernación fuera perdiendo gradualmente su nivel de influencia, dentro de la cúpula partidista.

De tal suerte que Osorio, quien seguramente tendrá muchos adversarios en la oposición, suma ahora a su lista a miembros de su propio partido. Quienes dejan de reconocer en él, a aquel hombre omnipresente en la administración de Peña.

Ahora, sin muchas posibilidades a futuro, Osorio puede emprender un nuevo proyecto político. Quizá en la conformación de un nuevo partido político, o bien quedarse en las filas del PRI y tragar tragos de saliva amargos, esperando mejores tiempos.

No obstante, tampoco el tiempo juega a favor de hidalguense, frustrado su proyecto de convertirse en candidato a la presidencia. Solo tiene la ruta de regreso. Es decir, regresar a casa donde todavía es reconocido por ciertos actores políticos.

En una de esas, puede aspirar a una diputación federal o quizá convertirse en candidato a presidente municipal por Pachuca. Porque una cosa es clara: Osorio es un animal político. No se concibe fuera del poder.

Entiende bien los intersticios de la vida pública y seguro estará pensando en algunas alternativas. A estas alturas, le quedan dos cartas que jugar. Su hijo tiene una asociación que pudiera pavimentar el terreno para convertirse en partido político local.

O quizá, como segunda opción más decorosa, sería terminar su carrera política y buscar su trascendencia en el mundo de los negocios. Lugar en donde también tiene habilidades reconocidas. Su propia familia es ejemplo de lo anterior. Quienes de manera casi milagrosa pasaron en pocos años a ser millonarios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: