Después de ser presidente por dos periodos consecutivos y declarado culpable de corrupción por sus adversarios que lo llevaron a la cárcel, Ignacio Lula da Silva vuelve a ser mandatario de su natal Brasil.

En un libreto que podría ser llevado a la pantalla grande, Lula renace de sus cenizas tras pasar 19 meses preso por un caso de corrupción. El mismo que gobernó el país de la amazonia entre 2003 y 2010, permaneció tras las rejas desde abril de 2018, tras haber sido condenado a ocho años y diez meses por un tribunal de segunda instancia.

Después de ser liberado por errores en el proceso, emitió una frase lapidaria que marcaría el inicio de su campaña para regresar al poder. Lula sostuvo: “quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran”.

Con esos brios inició su nueva travesía para recuperar el tiempo perdido. No obstante, al frente del país estaba su más complicado rival, Jair Bolsonaro, personaje identificado con los sectores más conservadores.

Aun así, Lula fue elegido para estar un periodo más al frente de su país. Y el pasado domingo tomó posesión en un acto que marcará la historia moderna de la democracia en Sudamérica. Lo anterior, porque nuevamente un bloque de países de la región, son gobernados por presidentes identificados con la izquierda.

Bajo este panorama, vale la pena hacer una reflexión general de las condiciones que privan en esta parte del mundo. Porque Brasil es un referente global por su economía y también por su desigualdad.

Justo bajo este argumento el discurso de Lula se centró en dos ideas fuerza: la “reconstrucción” de Brasil y la lucha contra la pobreza. Aunado a la desigualdad que ha caracterizado a esa nación.

En ese particular Lula pidió a su pueblo “debemos luchar con todas las fuerzas contra todo lo que hace tan desigual a Brasil. Debemos formar un frente amplio que involucre a toda la sociedad en la lucha contra la desigualdad. Es un tiempo de unión y reconstrucción de nuestro país. Hago un llamado para tener un país más justo y democrático. Pido a cada uno de ustedes, que la alegría de hoy sea la materia prima de la lucha de mañana”.

Y ese discurso puede aplicar perfectamente para las otras naciones de la región. Quienes ven en el gigante de Latinoamérica un referente a seguir. De hecho, su diagnóstico sobre la democracia también tiene puntos en común con todos aquellos que han buscado la justa competencia por el poder. 

“La democracia fue la gran victoriosa de nuestra elección, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados que se había visto. Enfrentamos las más violentas amenazas a la libertad del pueblo, la más abyecta campaña de odio elaborada para manipular al electorado. Sobre los vientos de democratización, decimos ‘dictadura nunca más’. Hoy debemos decir ‘democracia para siempre”; sostuvo Lula en su discurso.

Vamos a ver cómo se organiza regionalmente esta fiebre izquierdista. Personajes de gran peso político tienen que dejar una herencia a la altura de la circunstancias. Lula, Alberto Fernández, Lopez Obrador, Gabriel Boric, de Brasil, Argentina, México y Chile, respectivamente, tienen que marcar un antes y un después en la historia de la democracia latinoamericana.

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