Aunque perdura la compra de adornos alusivos al “Día de la Independencia de México”, la gente opta por algo pequeño, quedando atrás aquellos ornamentos gigantes que eran colocados en las fachadas de casas y negocios, año tras año.

Uno de los motores que aún impulsa la compra de adornos patrios, son las escuelas porque conservan la tradición de adornar los salones y hacer convivios, en los que, al menos, llevan un moño o una pequeña bandera para celebrar.

Roberto, comerciante de adornos con motivos patrios, comentó que prevalece la compra de sus productos, ya no en las mismas proporciones de años atrás, pues ahora vende más los adornos pequeños, principalmente a alumnos de planteles educativos.

Indicó que los dos años anteriores, derivado de la suspensión de clases y eventos presenciales por la pandemia de Covid-19, sus ventas se vinieron abajo.

El comerciante, reconoció que sus ventas iniciaron flojas esta temporada, pero mejoraron a lo largo de la presente semana, gracias a los convivios escolares y en empresas.

Después de estas festividades patrias, Roberto continuará con la venta de otros artículos de temporada, pues es su oficio consiste en fabricar este tipo de adornos para su venta.

La ciudadanía en general, admite que sigue comprando adornos patrios para colocarlos en sus casas, pues coinciden que es una tradición, que no debe desaparecer, ya que son las raíces e historia de México.

Sara Mezas, comentó que ella y su familia, siguen esa tradición, con la compra de ornamentos pequeños, para adornar su vivienda.

José, también, reconoció que conserva la costumbre de adornar su casa, pero admite que la economía puede ser un obstáculo para que ya no sean tan notorios, pues han subido de precio y sugiere adquirir artículos duraderos y guardarlos, para poder usarlos año tras año.

Catalina Ortiz, Salvador Valencia, Milton y Nayeli, coincidieron en que la costumbre de comprar adornos patrios continúa y así debe  seguir, pues es algo que da identidad.

En el caso de Nayeli, quien es profesora, procura que sus alumnos amen los símbolos patrios, que conozcan la historia y se sientan orgullosos de su país, por lo que cada año busca que con el menor de los recursos, adornen su salón de clases y viviendas.

Donde es evidente que los adornos patrios gigantes son cosa del pasado, es en los negocios porque al menos en el centro de Tulancingo, es difícil encontrar un comercio o fachada de vivienda que tenga adornos grandes.

Todos, se limitan a unos cuantos adornos pequeños en sus vitrinas, bajo el argumento de que resulta caro adornar las fachadas y si ponen adornos luminosos, aumentan considerablemente sus consumos de energía eléctrica.

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