El próximo sábado 27 de agosto en Pachuca, tendrá verificativo la asamblea del partido Morena para elegir a su dirigencia estatal y presidente del Consejo. Este evento ocurre en un escenario donde el gobernador electo, emana de ese mismo instituto político cuestión inaudita en una entidad que hasta hace poco era gobernada por el PRI.

Hay otros elementos que juegan un papel relevante. Por ejemplo, las expresiones internas tendrán que llegar a los acuerdos necesarios para tener un partido que refleje esa diversidad interna, aunque en sus estatutos el partido prohíbe expresamente los grupos.

No solo eso, aunque parezca una extraña coincidencia, en Hidalgo se repite el escenario de hace nueve décadas donde el Partido Nacional Revolucionario (PNR) nació como partido siendo gobierno. Es decir, nunca compitió por el poder, nació en el poder mismo.

Esa fórmula puede repetirse en la entidad, cuando Morena trate de recomponer el camino para transitar por la carretera institucional con un gobierno que le es afín.

Podría parecer un exceso decir que el partido guindo nace en estos días en Hidalgo. Pero todo aquel que haga un repaso de este instituto en el ámbito local, podrá constatar que durante meses su crisis interna lo llevó a tener un papel casi simbólico.

Fueron muchas batallas perdidas en el afán de tener una estructura política fuerte en Morena. Quienes gastaron mucha energía en conflictos que solo trajeron derrotas electorales. En este sentido, todavía se recuerda la toma de sus instalaciones, las múltiples veces que no consiguieron el quórum para sesionar, las convocatorias apócrifas para confundir a los aspirantes, en fin.

Aquella noche larga tendrá que concluir con luminosos escenarios que permitan generar condiciones de gobernabilidad, al que se perfila como el gran ganador de la contienda interna de Morena, Julio Menchaca.   

Lo anterior, no significa que el partido tendrá que ser rehén de la voluntad del gobernador electo. Por el contrario, estos dos entes tendrán que correr por su propia vía porque es un hecho que uno y otro se necesitan.

Al gobernador le sentará muy bien tener un brazo político fortalecido e institucional como debe ser Morena Hidalgo; el partido, por su lado, requiere de un liderazgo como referente al interior que le ayude como precursor de la 4T en la entidad.

Esos reacomodos de piezas serán claves para entender el proyecto completo de transformación. Uno vendrá desde el discurso político ideológico (morena) y el otro, por la ejecución de las políticas públicas.

Estamos, por tanto, en la antesala de los reacomodos necesarios para entender de otra manera la política. Todos los elementos parecen alinearse a este nuevo paradigma que iniciará el próximo 05 de septiembre.

Que todo lo anterior sea para bien de los hidalguenses y que esta pregonada transformación local sea capaz de subirse al tren del gobierno nacional. Ojalá que esos cambios sean con celeridad y determinación.

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