Como es costumbre en las democracias consolidadas, los candidatos a un cargo de elección popular debaten sus propuestas en las campañas. Este ejercicio cívico, sirve para contrastar los perfiles de los participantes y hacer deducciones sobre su capacidad de respuesta, preparación de un tema e improvisación.

Bajo este esquema, los aspirantes a gobernar el estado de Hidalgo, Carolina Viggiano (PAN, PRI y PRD); Julio Menchaca (Morena, PT y PANAL); Francisco Berganza (MC) y José Luis Lima (PVEM); tuvieron su primer debate con los temas: anticorrupción, salud y política y gobierno.

Hay varias constantes en los debates. La primera es que un público muy especializado es el que sigue los detalles del mismo, es decir, no se trata de un asunto masificado. Lo que suele ocurrir, es que los más interesados en la política utilizan estos encuentros para hacer análisis y reflexión.

Pero lo cierto es que el público de un debate, es muy especializado. Por lo que una estrategia muy utilizada, es que una vez que concluye dicho ejercicio se aprovechan ciertos mensajes para divulgarse y ser parte de un postdebate.

Otro de los puntos que vale la pena resaltar, es que un debate no modifica de tajo las preferencias electorales. De las pocas excepciones que se recuerdan, es el famoso debate entre Kennedy vs Nixon, donde la apariencia, la juventud y el carisma del candidato de Massachusetts, fue clave.

Lo que ocurre también es que los candidatos que van abajo en las encuestas. suelen poner la “cereza del pastel”, es decir, suelen ser agresivos, dar nota, traer a cuenta un escándalo o una estrategia que les permita llamar la atención.

Lo anterior, porque ya no tienen nada que perder. Por tanto, aprovechan esta plataforma para posicionarse en medios, aunque sea con mentiras o parábolas del lenguaje. En ese caso, la máxima es acusar, señalar, agredir para ver qué pasa después.

Por eso, los debates aunque no cambien mucho la percepción electoral, si son ejercicios que ponen a juego lo mejor de los candidatos y de sus equipos de asesores. Se deben de preparar al menos dos estrategias. Por un lado, tener propuesta y por otro, buenas respuestas para los ataques.

El equilibrio de estas dos opciones son quizá lo mejor del caso. Hay quien se inclina por el ataque a ultranza y otros, que se dedican a la propuesta haciendo una losa muy pesada y aburrida su participación en los debates.

De tal suerte, que el marketing político suele enfocar sus esfuerzos en este particular. Desde el lenguaje corporal, la forma de vestir, el tono de voz, entre otros; hasta anunciar en estos ejercicios propuestas y/o ataques poderosos que dejen algo en la memoria de los votantes.

Justo cuando se escriben estas líneas transcurre, el primer debate de tres que se llevarán a cabo en el estado de Hidalgo. En lo que lleva este ejercicio lo que ocurre parece tener un libreto ya conocido.

Por un lado, el más agresivo y sin fundamento fue Francisco Berganza, quien dentro de sus frustraciones no pudo hilar ni su discurso. No se esperaba mucho de este personaje. La atención se concentró en los dos aspirantes más competitivos, Julio Menchaca y Carolina Viggiano.

Ellos dos tuvieron un balance entre propuesta, réplica y contrarréplica. Al parecer, con este primer episodio, se queda abierta la posibilidad de tener más debates que nos retraten de cuerpo entero los perfiles de quienes quieren gobernar a Hidalgo.

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