Una de las disyuntivas más interesantes del proceso electoral que se avecina en el estado de Hidalgo, versa sobre lo que harán los aspirantes que no salgan favorecidos en el proceso interno de sus respectivos partidos.

Es decir, qué hará Israel Félix o Carolina Viggiano si no obtienen la nominación por el PRI. En el mismo tenor, se encuentran las cincuenta personas que quedarán fuera del proceso interno de Morena.

El descarte de algunos perfiles es parte natural de un proceso político. En teoría, los competidores con más capital político, tendrían que encabezar las fórmulas. Pero también es recomendable que se elijan liderazgos comprometidos con las causas partidistas.

En este sentido, las cúpulas tienen que realizar exámenes muy rigurosos a los aspirantes, para no repetir los capítulos del pasado. Aquellos de triste memoria donde personajes impresentables llegaron al poder solo para enriquecerse.  

Bajo este criterio, en el estado de Hidalgo habrá dentro de muy poco, varios damnificados políticos. Muchos de ellos tendrán la madurez de sumar esfuerzos y mantenerse dentro del canal institucional.

Otros tratarán de jugar hasta el final, para realizar los acuerdos respectivos y vender muy caro su apoyo al candidato electo. Unos más, justificarán su desgracia diciendo que las fuerzas obscuras fraguaron un complot y saldrán a los medios, reclamando carencia de “piso parejo” en la contienda.

Quizá uno que otro se vaya por la vía jurídica, para hacerles la vida difícil a los intereses creados en sus propios institutos políticos. Los menos, asumirán una actitud pasiva y regresarán a casa con las manos vacías. 

Regresando al PRI hay que reconocer que el menos perjudicado es Israel Félix. Este joven e inmaduro político tiene –por cuestiones de edad– más oportunidades de desarrollo político. De tal manera que si no es ahora, ya vendrán más opciones para tratar de participar.

Sin embargo, hay que considerar que el actual presidente de Mineral de la Reforma, es una pieza muy débil sin el apoyo de su gran aliado que despacha desde el cuarto piso de plaza Juárez. De tal suerte que la posibilidad de crecimiento parece tener fecha de caducidad.

Por otro lado, Carolina Viggiano tiene más kilómetros recorridos. Ese pasaporte viene acompañado del respaldo de la dirigencia nacional de su partido y de los políticos que bajo las peores formas se hicieron del gobierno de Coahuila en dos oportunidades, primero con Humberto y después con Rubén Moreira, hermanos, socios y exgobernadores todopoderosos en la década pasada.

De esta dupla, la que perdería más sería la oriunda de Tepehuacán de Guerrero, quien al quedar fuera de la nominación tendría que buscar la reelección como diputada o la candidatura plurinominal para tratar de acceder al Senado. Lo anterior, como una recompensa por gastar tanto tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto político que no prosperó.

En Morena se avecina –como es costumbre- un escenario de pronóstico reservado, por dos razones. La primera de ellas es, porque muchos de los aspirantes se consideran los únicos para encabezar el proyecto de la 4T en el estado. Ese festival de egos entre aquellos que se dicen fundadores y padres legítimos de un proyecto, puede explotar en cualquier momento. Y por otro lado, entre aquellos que acaba de estrenar la camiseta guinda y ahora quieren ser los protagonistas de un movimiento al cual hace poco criticaban con entusiasmo.

No hay que descartar que al ser tantos los aspirantes de Morena, más de uno estará pensando en alguna salida de emergencia. Muy probablemente, encontrarán refugio en otro partido o buscarán dinamitar el proceso obedeciendo a los peores intereses. Aquellos que siempre juegan a dividir y que se regodean de tener una expresión de izquierda que vive en el conflicto.

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