La relación entre la policía y el Ministerio Público ha sido objeto de estudio muy recientemente, dado que la Constitución ha establecido que el Ministerio Público tiene bajo su mando y conducción a las policías para la investigación de los delitos.
Sin embargo, esta afirmación constitucional no se encuentra regulado de manera secundaria en las normas orgánicas de las policías. De tal suerte, que dentro de la cadena de las policías no existe una obligación que estas tengan que seguir una orden o mandato del Ministerio Público.
Contrario a lo anterior es que las solicitudes del Ministerio Público son exhortos o peticiones administrativas de una autoridad a otra, ya que su desacato solo puede ser sancionado bajo las medidas que el Código Nacional de Procedimientos Penales le otorga al Ministerio Público, pero ninguna línea de mando le faculta a la Representación Social señalar a un policía en específico o un grupo de agentes para realizar una tarea en especifico o tampoco ordenar sobre los tiempos o recursos de la propia agencia de seguridad.
En tal sentido, es que esta desarticulación legislativa crea una incertidumbre dentro de las investigaciones, tanto para la sociedad como para el órgano investigador y las agencias de seguridad, dado que su deber principal, no descansa en la investigación delictiva, ni mucho menos en deber apoyar al Ministerio Público.
Razón por la cual es que debemos de sostener que es necesario realizar una reforma integradora por medio de la cual se establezca en que medida y bajo que condiciones la policía deberá actuar bajo la conducción y mando del Ministerio Público.
En consecuencia, es que si bien la policía es una autoridad administrativa que depende del poder ejecutivo y el Ministerio Público al ser un órgano público autónomo no puede tener injerencia de manera arbitraria en la policía. Razón por la cual es que se debe de estipular bajo una regulación legislativa los requisitos y circunstancias en las cuales la policía estará bajo el mando y conducción del Ministerio Público.
Lic. Juan Fernando González Espinosa
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