A seis meses de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al virus SARS-CoV-2, causante del Covid-19,  como pandemia, los efectos económicos fueron inmediatos.

A nivel local, el cierre de establecimientos, la suspensión de tianguis y diversas actividades no esenciales, repercutió directamente en la economía y a la par, algunos negocios tuvieron que cerrar definitivamente sus puertas, ya que los propietarios no pudieron pagar la renta, lo que a su vez originó desempleo.

La nueva normalidad dio pie a la reapertura comercial y el Gobierno de Hidalgo determinó que del semáforo rojo se pasaría al naranja.

Sin embargo, debido al incremento de contagios por Covid-19, nuevamente el 17 de julio, la semaforización cambió y regresó al rojo, pero a partir del 29 de agosto las autoridades anunciaron, otra vez, el cambio a color naranja.

Samuel Cruz, dirigente de la unión de tianguistas, quien agrupa a 850 integrantes, dijo que los resultados han sido desalentadores, ya que bastaron unos días para que los comerciantes comenzaran a observar pérdidas.

“Se suspendieron las plazas en todas partes y en más de tres ocasiones, se tuvo que suspender definitivamente las actividades en Tulancingo”.

Agregó que algunos comerciantes tuvieron que optar por otras actividades, ya que literalmente se consumieron su capital.

Héctor Bravo, secretario de organización de Unión de Locatarios del Mercado Municipal, dijo que todos salieron perjudicados.

“Quienes tuvieron que cerrar sus puertas por ser actividades no esenciales, no tuvieron ingresos y sí muchas pérdidas y los de actividades esenciales, sus ventas se redujeron considerablemente.

El entrevistado, consideró que hubo desleal competencia porque las autoridades sí permitieron que grandes cadenas comerciales pudieran vender de todo, mientras que los pequeños comerciantes se encontraban muy limitados.

Propietarios de negocios, reconocieron y coincidieron en  que ha sido un año muy difícil y aunque a últimas fechas, con la nueva normalidad, la economía parece reactivarse, la situación sigue siendo crítica.

Ana María Ramos, quien se dedica a la venta de dulces tradicionales y piñatas, comentó que al no haber clases en escuelas ni fiestas, la demanda de estos productos ha disminuido bastante y ahora para Todos Santos y fin de año, que es la época de posadas, vislumbra un futuro nada prometedor.

María Leticia García, propietaria de un gimnasio, refirió que durante más de cuatro meses tuvieron que cerrar el negocio por disposiciones de las autoridades de salud.

“Durante este tiempo, tuvimos que pagar renta y ahí se fueron nuestros ahorros. Ahora que se volvió a abrir el negocio, los clientes no pueden pagar las mensualidades porque tienen otras prioridades”, expresó.

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