El pasado domingo se reinauguró Parque Cultural Hidalguense, conocido desde hace años como Parque Ben Gurión. Este espacio tiene como finalidad, convertirse en el epicentro de expresiones artísticas, culturales y deportivas en la capital del estado.
Hay que decir que todo espacio público se traduce en positivo. Es decir, se celebra que las personas tengan un lugar donde acudir, para realizar actividades recreativas y físicas. Cual más si se presenta como una alternativa a los centros comerciales, que desde hace tiempo representan la única opción de esparcimiento para los pachuqueños. De tal suerte, que ahora se cuenta con un lugar que tiene como máxima, beneficiar lo público antes que lo privado.
Se ha hablado mucho de los costos y probablemente poco de los beneficios de este lugar. Pero, como se decía, el espacio debía ser intervenido porque no lograba su cometido inicial. Ahí solo se acudía a caminar esporádicamente y no había motivos para quedarse más tiempo de lo estrictamente necesario. Ahora el panorama es muy distinto y solo hay que tener el esmero de cuidar esas instalaciones, para mantener este nuevo parque en las mejores condiciones.
Sin embargo, el debate público no estuvo ausente de este evento. Dos grupos se movilizaron para reclamar la atención del gobernador. Por un lado, las huestes de Antorcha Campesina un movimiento que tiene su origen en el régimen priísta y que a base de protestas, han logrado ciertos beneficios.
Pero resultó muy curiosa la presencia de otro diminuto grupo. Me refiero a ocho personas que reclamaron el nombre del parque. Es decir, se manifestaron por la incongruencia de llevar ese membrete, que corresponde al primer ministro de Israel.
Cabe resaltar que dicho espacio fue nombrado de esa manera desde el 13 de marzo de 2005, cuando el ex vice primer ministro de Israel, Silvan Shalom, fue invitado por el canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez y el gobernador del estado, Manuel Ángel Núñez Soto a la inauguración.
En ese entonces, se dijo que el parque fue una iniciativa del gobierno de Hidalgo, la comunidad judía en México y la Fundación Keren Kayemeth Leisrael, una institución no gubernamental dedicada a la reforestación. Quizá por eso nadie reparó en el nombre que ahora resulta incómodo. Al menos para esas personas que cuestionaron la denominación.
Con sobradas razones, los muy contados inconformes sacaron a colación la dinámica internacional en medio oriente. Según ellos, los hidalguenses no podemos llamarle a un parque de esa manera, porque el Estado Israelí ha cometido miles de crímenes hacia el pueblo de palestina.
Mantener esta afrenta deja un mal mensaje para quienes han sufrido de violencia y persecución en aquel conflicto tan complejo, que lleva años y que mantiene a la Franja de Gaza en una constante guerra que solo baja o sube de intensidad en algunas etapas del año.
Pues bien, esa lamentable situación en aquellas tierras, fue aprovechada para que unos pachuqueños levantaran la voz. Muy loable labor, plausible su esfuerzo para generar conciencia de lo que ocurre amen de nuestras fronteras, pero creo que no pertinente.
Y no lo es porque como se puede constatar, ese lugar lleva 20 años llamándose así, Parque Ben Gurión. De hecho, esta administración busca darle un revire anteponiendo Parque Cultural Hidalguense. De cualquier manera, hay veces que nos perdemos en lo menos y dejamos de ver lo más.