En el ecosistema político local, hay un caso sui géneris. Se trata del Partido del Trabajo que gravita – desde hace tiempo –, en una indefinición muy peculiar. Se asume ideológicamente como de izquierda, pero su base, dirigencia y liderazgos actuales, se parecen más a un fascismo tropicalizado.    

Resulta que hace tres años, fueron de la mano en una fórmula de candidatura común con el actual mandatario estatal, Julio Menchaca Salazar abanderado de Morena. Su abono a tal proyecto, aunque simbólico, ayudó a la alternancia política.

Ahora, en un súbito viraje, el partido de la estrella esta promoviendo la revocación de mandato de quien ganó esa elección. Este cambio de rumbo, obedece a los intereses mezquinos de un grupo que busca incidir en la política sin tener respaldo popular ni calidad moral.

Se trata de una célula que emana de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, institución educativa que sirvió de semillero para construir liderazgos locales durante décadas. Muchos de ellos, encontraron refugio en el PRI como primera opción. Pero conforme las condiciones fueron cambiando, se acomodaron en otros partidos.

Los derroteros los sitúan ahora en el PT; y desde ahí, se han vuelto una oposición radical del movimiento, que hace poco defendían fervorosamente. Se sabe que en la vida pública tu amigo de hoy puede ser tu adversario de mañana (y viceversa). Pero cuesta trabajo procesar que un aliado en lo federal, se convierta en un declarado enemigo en lo local.

Y lo anterior se refuerza con la declarada intención de promover la revocación de mandato que puede ocurrir a finales de este año. Esa opción, solo puede ser una realidad, si se consigue determinado número de firmas y que dicha solicitud esté distribuida, en más de la mitad de los municipios de la entidad.

Ante este escenario, el PT de Hidalgo ya está haciendo el llamado a sus huestes para que eso ocurra. Vaya paradoja, porque este partido estuvo a punto de perder el registro por no obtener el 3% de la votación nacional y ahora, con un pírrico apoyo social, pretende impulsar la revocación de un gobernador, que ganó la elección con el 61.68% de los votos. Esto equivale a 658, 562 sufragios que representan el apoyo popular más grande que ha tenido un mandatario en la entidad.

Con estos datos, los detractores tendrán que hacer esfuerzos sobrehumanos para lograr su cometido. O de lo contrario, quedarán nuevamente en una posición cuestionable por sus exacerbados enconos con el gobierno actual.

No es raro en este contexto, que hace poco en su Congreso Nacional, abuchearan al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, uno de sus referentes más conocidos. Y que se ganó sus odios por afiliarse a Morena, grupo mayoritario en la Cámara Alta.

Esa apuesta política resultó una afrenta al partido de la estrella, que por lo visto utiliza muy bien su calidad de partido bisagra. Es decir, se inclina hacia el lugar que mayor convenga, con tal de mantener algunas posiciones de poder.

Resulta muy lamentable que el PT en Hidalgo, sea rehén de intereses personales que pretenden atrincherarse en donde sea, con tal de negociar algo de impunidad para su líder moral. Aquel que está acusado de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, por 58 millones 245 mil 948 pesos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *