Nuestros corazones siguen llenos, no sé si de felicidad por estar con la familia o de tanta comida, porque a estas alturas, estoy segura de que ya han dado más de una vuelta de los tradicionales recalentados, pero no importa, esas cosas son parte de la magia navideña.

El origen de la Navidad se relaciona con antiguas celebraciones romanas y paganas que después se fueron adaptando debido a las creencias religiosas, principalmente del cristianismo, que enfatizan el nacimiento de Jesús. Pero las celebraciones como tal, es decir, en convivencia con la familia y amigos, surgieron gracias a los festivales de invierno europeos. Estos festivales se caracterizaban por sus decoraciones, comida caliente, luces y colores por las calles de la ciudad, siendo Inglaterra uno de los primeros países en festejarlo, secundado por Alemania, quien nos aportó el “árbol de navidad”.

En el continente americano, las celebraciones navideñas se popularizaron hasta inicios del siglo XIX, tras el fin de la Guerra Civil, que reforzó para muchos la importancia del hogar y la familia. Al mismo tiempo, el fin de la guerra provocó una afluencia de migrantes a los Estados Unidos que trajo consigo la fusión de muchas tradiciones, siendo una de ellas el festejo de la Navidad.

Para nosotros, el festejo navideño se asemeja más a los inicios estadounidenses que europeos, donde la convivencia familiar y la comida, así como la música y los regalos, armonizan el hogar. Y como de comida no quiero hablar porque ya ando con la barriga bastante llena, les platicaré sobre la música navideña, y para eso, me encantaría hacer referencia a uno de los clásicos que ayer puso mi hermana mientras decorábamos la casa antes de empezar a cenar: “Pánfilo”, ¿les suena familiar?

Si escuchas el nombre de “Pánfilo” y lo relacionas directamente con la navidad, es muy probable que hayamos disfrutado de una infancia similar.

Para los que no lo sepan o no lo recuerden, “Pánfilo” es el nombre de uno de los personajes clásicos de las melodías navideñas infantiles. Este clásico, más que mexicano es oficialmente chicano, porque el término “chicano” se refiere a un estadounidense de origen mexicano y su creador, el autor Eduardo Gutiérrez, mejor conocido como “Lalo Gutiérrez”, nació el 24 de diciembre de 1916 en Tucson, Arizona.

Este compositor hizo más de 700 canciones y en los años 60 en México se hizo famoso con el álbum “Las ardillitas de Navidad”.

Lo conmovedor de este álbum es que narra historias divertidas muy mexicanas mediante unos personajes que son ardillas “parlanchinas”. Sus nombres son Pánfilo, Anacleto y Demetrio, que van acompañando sus historias junto a Santa Claus.

Y seguramente ya habían escuchado a unas ardillas que hablan porque claro, “Las ardillitas de Navidad” es un homenaje a “Alvin y las ardillas”, pero con toque chicano. De esta forma, Pánfilo, que es el que causa problemas, es la versión mexicana de Alvin; Anacleto, el intelectual y corto de vista, recuerda a Simón; y el tierno y regordete Demetrio sería Theodore.

En mi familia somos tres hermanos, y aunque en estos momentos, después de tanta comida me identifico un poco más con Demetrio, les comparto una foto siendo una Pánfilo de corazón.

Es muy curioso que después de tantos años, estos clásicos sigan amenizando nuestras celebraciones, y es aún más sorprendente que después de 30 años aún pueda recordar la letra de dichas canciones. Porque anoche, no solo disfruté de la comida y la compañía, sino de los recuerdos al escuchar cantar “los dientes de Pánfilo” a mi hermana mayor. ¡Qué bonito es recordar!

¡Feliz Navidad!

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