Diciembre y Julio son los meses favoritos para las bodas.  Dice el dicho que: “matrimonio y mortaja del cielo bajan” y es verdad. 

Uno de los conceptos más vendidos del romanticismo es la boda.  Visto desde el romanticismo, todo el cortejo y todo el enamoramiento tiene como fin, la unión eterna de los enamorados;  simbolizado este juramento de amor eterno en una fiesta de bodas y en la firma del matrimonio.

La idea de “se casaron y vivieron felices para siempre” la traen introyectada muchas mujeres desde muy pequeñas.  Las películas, cuentos de princesas y novelas se han encargado de reafirmar estas ideas.

Y es que la idea del amor y del matrimonio feliz no es que estén del todo mal; por el contrario la idea es muy buena; pero lo peligroso del caso es que al creer fielmente estas ideas y ver que la realidad es otra.

En general las mujeres al creer fielmente esta idea dedican muchos de sus esfuerzos por encontrar ese amor y llegar al matrimonio; desatendiendo en muchos casos los momentos en los que están viviendo.  Es decir muchas mujeres al verse solteras y sin un prospecto marido, en vez de disfrutar y sacar provecho de la soltería, se deprimen, acomplejan,  y en muchos casos se precipitan a elegir una pareja.

La sociedad y la familia hacen su labor también al ejercer presión para que una mujer sea casadera. Que si ya tiene edad, que si ya se le va el tren, que si la maternidad, en fin; tantas frases que hacen que las mujeres solteras se sientan presionadas.

Y al sentirse presionadas pasan dos cosas: o bien comienzan a no sentirse bonitas y deseadas creándose ellas mismas complejos y traumas; incluso a descuidarse en su figura y persona al ver que por más esmero que pongan en su arreglo no atrae a algún hombre.  O bien, al primero creen estar enamoradas del primer hombre que las invite a salir, y se casan sólo por no dejar ir la oportunidad.

En cualquiera de estos dos casos, las mujeres en especial, deben tratar de olvidar que el matrimonio es el único fin del amor.  Que el amor entre una pareja tiene que ser creado (no por obligación, o por desesperación).  Que la soltería no es un castigo o algo malo.  Y sobre todo que las presiones sociales y familiares no tienen que determinar las decisiones personales.

Cuando se disfruta de la soltería, y no se anda uno preocupando por cuándo llegara el amor o la oportunidad de casarse.  Se tendrá mucho más conciencia de las experiencias vividas en presente y también la conciencia de ser sorprendidas por la vida con una pareja, tomarse el tiempo vivir un enamoramiento y así elegir a la pareja adecuada que en efecto logre cumplir un “se casaron y fueron felices”

Dejar de buscar afanadamente y vivir en presente cada momento, “El amor es como una mariposa. Entre más la persigas, más te evadirá. Pero si la dejas volar, vendrá a ti cuando menos lo esperes.

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