El próximo 18 de marzo en el zócalo de la CDMX, se van a congregar partidarios del presidente López Obrador y también de Morena, para conmemorar un aniversario más de la soberanía de los bienes de la nación.

En particular, se recuerda la llamada expropiación petrolera –que debería decirse estatización– pero que en lenguaje postrevolucionario (porque aquel evento ocurrió en 1938 por un decreto del presidente Lázaro Cárdenas), empataba mejor con los ideales populistas.

Con este referente histórico, el primer presidente de izquierda en México no quiere dejar pasar esa oportunidad, para remasterizar aquellos elementos simbólicos y trasladarlos hasta traerlo a nuestros días con nuevos bríos.

Sin duda, vale la pena recordar esos hitos que dejaron huella en la nación. Pero, esa no es la única causa que motiva que miles de personas acudan al llamado del presidente para congregarse en el corazón de la patria.

El motivo tiene su razón de ser en la esencia de López Obrador, un luchador social que se formó en la protesta social y que utiliza la movilización como bandera. De hecho, esta que es la segunda vez que sale a la vía pública como presidente; y lo hace días después de que miles de personas también tomaron la calle para reprochar la injerencia del ejecutivo en el órgano electoral (INE).

En política no hay coincidencias y si alguien sabe tomarle el pulso a la sociedad, es justamente López Obrador. De tal manera, el llamado que hace el presidente y su partido tiene una connotación estrictamente política.

Ya sabemos, lo dicen con presunción los operadores políticos de morena, que el “zócalo de la CDMX es de quien lo trabaja” y estos grupos en torno al partido guinda saturan los espacios públicos con soltura.

Ese espacio les pertenece desde hace años. Lo han trabajado desde 1997 con la soltura de estar en el poder (año en que la oposición ganó el gobierno de la capital) y probablemente se lo apropiaron desde 1968 cuando un grupo de estudiantes pusieron en jaque al presidente del viejo régimen.

En suma, veremos nuevamente el poder de convocatoria del presidente que le gusta la política de masas, los ríos de gente en la calle, la dogmatización de los ciudadanos (para formarlos en aquellos prototipos atenienses donde eran más importantes los asuntos públicos que privados).   

Todo esto ocurre a unos días de que salgan del Consejo General del INE, dos consejeros muy señalados por la ola guinda. Se trata de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama quienes desde la élite intelectual han sido muy críticos del presidente.

Además, esta concentración ocurre en el marco de dos procesos electorales locales, el del Estado de México y Coahuila; entidades que seguramente tendrán un seguimiento muy especial en la agenda de morena y de palacio nacional.

Y por último este evento recuerda un hecho sin precedentes en México, cuando el presidente de aquel entonces “el cachorro de la revolución” convocó a toda una nación, para hacerle frente a los intereses obscuros que querían seguir saqueando al país.

Todos esos elementos le juegan a favor al presidente que sin dudas es un experto en el timing político.

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