En estas fechas de paz, amor y alegría pareciera ser que el mundo se paraliza y nos permite compartir con nuestros seres más queridos, reflexionar y crecer como personas. Sin duda las fiestas decembrinas son un momento familiar y personal de reflexión.

No obstante, estas fiestas sin duda tienen un fuerte significado religioso, lo cual ha generado incluso un juicio de amparo para estudiar su aplicación en un Estado Laico y si ello pudiera implicar una imposición de credo.

Considero que ello esta alejado de la realidad puesto que, en primer punto no existiría un perjuicio a aquel trabajador que aún profesando una religión diversa obtenga vacaciones por la presente festividad.

En cambio, si existiría un retroceso en materia de derechos laborales si gozando de un mayor número de días de vacaciones estos se disminuyeran por cuestiones de creencias religiosas.

En segundo punto, me parece que las presentes fiestas se han convertido tanto para las personas creyentes como para aquellos que no un momento familiar necesario en las vidas de nuestra sociedad.

Sin duda cada año presenta un nuevo reto tanto de forma personal como para la sociedad e incluso para la humanidad que año con año nos proponemos una mejoría, una evolución como humanidad, por lo que un tiempo actual es el preámbulo necesario para la búsqueda incesante de un mundo mejor.

La navidad históricamente ha sido el tiempo de paz que se ha marcado como un preámbulo para establecer la amistad y la evolución hacia un periodo cada vez más humano.

Estas épocas espero sean de paz y cordialidad no solo dentro de nuestras casas sino en nuestro país y en el mundo que estas fechas sirvan para que la alegría reine en todos lo hogares y que como cada año demos un paso más hacia la fraternidad como humanos y que nos impulse a crear un mejor mundo para todos.

Lic. Juan Fernando González Espinosa

juanfer_lm@jfg

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