Hace unos días se formalizó el convenio de coalición entre los partidos Morena, del Trabajo, Verde Ecologista y Nueva Alianza, en los seis estados donde habrá elecciones de gobernador el próximo año.

Esta alianza que ha generado altos dividendos en el ámbito legislativo (al aprobar las reformas más importantes del gobierno y recientemente votar el presupuesto) se pone nuevamente a prueba en las urnas.

Y parecer tendrá también altos dividendos porque a excepción de Aguascalientes, esta fórmula aparece en las encuestas como amplia favorita para ganar los gobiernos de Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca y Tamaulipas.

Ante este escenario, el sello político más posicionado de esta alianza (Morena), publicó su convocatoria en Hidalgo, para quienes quisieran participar abanderando al partido guinda. Ante esta posibilidad, y para sorpresa de muchos, 52 personas levantaron la mano.  

En esa larga lista hay de todo, personajes de diversa índole y de distinta manufactura. Todos ellos con una sola certeza, de que dentro de este proceso de selección de candidato, saldrá el próximo gobernador de la entidad.

Todo lo anterior avalado por las encuestas que hasta este momento dan casi el doble de intención del voto al partido del presidente que al Revolucionario Institucional, otrora partido de dominante en Hidalgo.

De tal suerte que, teniendo en cuenta lo mencionado, los avispados aspirantes que se inscribieron buscan jugar sus cartas hasta el final con el objetivo de sacar algún provecho de la nueva configuración de fuerzas que se aproxima.

Todo dependerá ahora de cómo se lleve a cabo el proceso de selección de candidato, porque el medio centenar de aspirantes seguramente tiene su propio concepto de democracia interna; y tanta fragmentación no parece una buena medicina para un partido tan dividido y fracturado.

Bajo este esquema, es probable que “abrir tanto la puerta” no sea del todo una buena idea. Esa convicción de impulsar la democracia participativa entre las bases, es con frecuencia mal entendida generando grupos y fracciones, que se ven como adversarios antes que como compañeros de proyecto.

Vale la pena seguir con detalle este procedimiento partidista porque es absolutamente contrastante con lo que se realiza en otros institutos. Donde la supuesta disciplina reina y las lealtades son a prueba de fuego.

Al final, estas experiencias nos hablan de la debilidad de los partidos, quienes todavía no aprenden y menos desarrollan, procesos de selección de candidatos que dejen satisfechos a militantes y simpatizantes.

Las fuerzas vivas de los partidos hay que decirlo claro, carecen de estos mecanismos de participación real en la toma de decisiones. De tal manera, que estamos en la antesala de nuevas formas que en apariencia se asemejan a los parámetros de la llamada 4T, pero que en el fondo es muy probable que dinamiten el proceso interno de Morena, partido que se puede dividir aún más y perder la oportunidad de estrenar la alternancia política en Hidalgo.

@2010_enrique

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