Continuación del artículo publicado el 01 junio del 2021
El destino final era la playa de Deauville. Tenía el deseo de visitarla no sólo por la aventura, sino también debido a su gran reputación de ser una de las playas más hermosas del norte de Francia, así que recuperamos nuestras bicicletas y continuamos nuestro andar.
Parecía que el trayecto había sido planeado únicamente para nosotras, no había tráfico de autos y con ello pudimos contemplar los sonidos de la naturaleza. Y fue así que en el camino, montada en la bicicleta, con clima increíble y rodeada de paisajes de película, que me sentí bendecida y simultáneamente enamorada.
Pedaleaba y me enamoraba de las flores junto al camino, de los muros llenos de zarzamoras, de las grandes casas medievales y de la vista hacia el mar. Veía los constantes letreros de airbnb en las hermosas casas y las quería rentar todas.
Me imaginé pasando mis próximos veranos disfrutando con amigos o familia de este increíble entorno y de la tranquilidad.
Más adelante llegó la parte difícil, si bien la carretera es increíble para hacer un roadtrip, en bicicleta es algo complicado. Tras recorrer casi los 19km hicimos una pausa, nos hidratamos y tomamos una colación.
Finalmente, después de una gran pendiente que por poco acaba con nuestros frenos de bicis citadinas, llegamos al lugar. Pasamos por el muelle, enseguida por el puerto. Vimos de cerca el Casino y rodeamos el club de golf para llegar a las famosas “Les Planches”.
Caminando por ahí vino de inmediato a mi memoria la película “Un hombre y una mujer” (Un homme et une femme, 1966), película francesa que dentro de su historia exuberante promociona la ciudad… después, tan pronto como pudimos, nos metimos al mar.
Es difícil imaginar que a mediados del siglo XIX, sobre estas tierras no existía nada peculiar sólo dunas. Fue el medio hermano de Napoleón III, el Duque de Morny, que vió potencial en el sitio e invirtió por un buen negocio para acoger y satisfacer a la alta sociedad parisina, dijo: “¡Qué inmensidad y belleza! Vamos a construir aquí el reino de la elegancia”.
Dicho y hecho, Deauville es actualmente la estación normanda más famosa del mundo. Su popularidad parte de la construcción del Casino, del Hotel Le Normandy y de las primeras boutiques de Coco Chanel. Posteriormente, con la mundana visitando el lugar y su creencia en los efectos curativos de los baños de mar, “Les Bains pompéiens” o cabinas de termas pompeyanas en su traducción al español, consagraron el lugar. Sin olvidar que una foto en las singulares sombrillas de colores es obligatoria al visitar el lugar

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