Mucho se habló sobre las iracundas, insensibles y discriminantes reacciones en España hace casi año y medio cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador dirigió misivas tanto al rey de ese país como al jefe del Estado Vaticano, mencionándoles la importancia de ofrecer disculpas a los pueblos originarios de este continente, en concreto a México.

Sin que tengan justificación alguna, de los ibéricos podríamos acaso entender la negativa, pero en el caso de connacionales mexicanos en verdad es complicado entender que se unan a tan limitadas reacciones, tanto en empatía como en inteligencia mínima, eso sin mencionar cómo un deplorable segmento social en nuestro país, pareciera defender lo contrario a su propio pueblo y casi asumiéndose como “europeos superiores”, pretenden con argumentos ramplones y pobres, explicar lo injustificable.

Hace pocos días,  el presidente mexicano recordó el tema y mencionó: “Ya se hizo este planteamiento (sobre que España ofrezca disculpas), y ya conocen el resultado. No descartamos que haya de parte del gobierno español, de la monarquía, un cambio de actitud y con humildad se ofrezca una disculpa, un perdón, pensando dejar atrás esa confrontación y hermanarnos, pensar en la reconciliación. Considero que no es en vano que esto se pueda llevar a cabo”, y aunque en menor grado, surgieron nuevamente las más “malinchistas” argumentaciones, estas declaraciones son solo algunas de las “reacciones” por parte de un pequeño atado de cínicos ignorantes.

Negar el holocausto indígena que realizaron no solo en México, sino en casi toda América latina es de una brutal insensibilidad y de una ignorancia supina o solo implica una absoluta falta de valor y valores para dar análisis tan sesgados, inhumanos y plenos de clasismo y xenofobia. En muchos otros casos similares, sobre todo países europeos han ofrecido disculpas a otras naciones o grupos étnicos.

Entre otros, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos y los Estados Unidos se han disculpado hasta en varias ocasiones por sucesos acontecidos en los últimos 30, 50 o 100 años, o incluso antes del arribo oficial de los europeos poco antes de 1500.  Inclusive la misma España, recientemente pidió perdón por la expulsión de miles de judíos sefardíes en pleno 1492.

Por ello resulta incomprensible que ante un reclamo más que justo, los hijos del colonialismo en España, y aquí en México los que siguen padeciendo atavismos y complejos de superioridad por creerse más españoles que mexicanos como si eso implicara cualquier tipo de “plus”, siguen discriminando todo lo relativo a nuestras culturas ancestrales y ante la petición presidencial mexicana de inicios de este sexenio, hicieron escándalo,  mofa y se situaron del lado de los conservadores españoles que rechazaron esta propuesta plena de dignidad y ánimo de justicia del gobierno mexicano al español. Ridículos desatados los que descalifican los actos dignos de la patria de la que comen y en la que viven pero de la que reniegan porque sienten pertenecer a clases o razas que solo en sus débiles mentes, ven como superiores.

Siguiendo las muy primarias líneas de razonamiento , el precio a pagar por tener mole oaxaqueño, mariachi y tequila es solo de unos cuantos millones de vidas indígenas, bien vale la pena que los hayan masacrado y nos regocijemos gritando ¡Viva Colón, viva Cortez, vivan los colonizadores que nos dieron sarampión tosferina, sífilis y gonorrea! ¡Que vivan!

Bajo una argumentación madura y con un poco más de sentido común,  en cada fusión cultural hay mezcla de conocimientos, tecnología,  costumbres, alimentos, recursos, etc…  

No podemos olvidar que los españoles argumentaban que tenían una enfermedad que solo se curaba con oro y por eso lo necesitaban tanto… Tanto como para depredar culturas enteras para imponer su “diosmito” como método de control, y a los que se resistían,  simplemente se les asesinaba.

¿Que si aportaron cosas positivas? Obviamente que sí. La fusión dio origen a un mestizaje del que los medianamente leídos al menos, se sienten orgullosos., sin embargo, los indígenas al final, mantienen todavía después de cientos y cientos de años, una vida muy limitada, complicada, llena de abusos, explotación,  discriminación y menosprecio, y sin las oportunidades que siglos de modernidad les han negado.

“Total, son solo pinches indios “”patas rajadas”” e ignorantes que nada valen, ¿A quién le importa que se los acaben? Nomás dejen unos cuantos para servidumbre y denles de comer poco y páguenles una miseria, son re pendejos y con poquito se conforman; mientras, sigamos recordando los grandes genocidios, perdón,  conquistas y proezas de nuestros ancestros civilizadores de estas tierras bárbaras”

!Jolines!

Sí, aunque usted amable lector, no lo crea, desgraciadamente todavía tenemos mucha población aferrada a ese tipo de mentalidad.

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