Una de las medidas más restrictivas que se han visto por parte del gobierno de nuestro vecino del norte, ha sido los cateos y la discriminación hacia las personas inmigrantes de América Latina.

Ante ello, las manifestaciones no solo han crecido, sino que han obtenido una respuesta estrepitosa nunca antes vista.

En primer punto, me parece que quien se encuentra en una estancia irregular en otro país, no lo hace por gusto sino por necesidad y esa es la gran tarea que tenemos, no solo nuestro país sino el resto de los vecinos de América Latina.

No obstante, las acciones desplegadas por el gobierno de Estados Unidos, si bien pueden justificarse en un ámbito de soberanía, lo cierto es que ni ello sobrepasa los derechos humanos.

En tal sentido, si bien cada país puede o no regularizar a las personas que tienen una situación jurídica irregular, ello no implica que pueda hacerse a costa de la violación a los derechos de ellos y de sus familias.

Máxime que California como estado de nuestro vecino del norte, es soberano al ser una nación federal, lo que implica que ni siquiera la soberanía le permite autorizar al presidente de dicha nación, las acciones que se han desplegado.

Lo anterior en virtud de que California. tradicionalmente ha sido un estado protector de derechos migrantes.

En consecuencia, aquello que estamos apreciando por redes sociales y televisión, es la consecuencia de actuaciones arbitrarias que han generado violencia sin sentido.

Porque cuando un estado pretende comportarse al margen de la norma no puede esperar una reacción de su propia población más que violencia y rechazo.

Estoy seguro que las políticas migratorias contrarias a los derechos humanos, nunca serán la solución sino el generador de los más grandes problemas de nuestro mundo.

jfernandoge1@gmail.com

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