Una de las consecuencias más complejas del coronavirus, además de las implicaciones en la salud de las personas y de los lamentables fallecimientos, es la relativa al sector educativo. Millones de niños han sido rehenes de criterios muy estrictos que hacen difícil el regreso presencial a las aulas.

Lo anterior, por desgracia, será un factor que impacte en unos años sobre los niveles de productividad de los individuos mermando su capital económico, esto les impedirá acceder a mejores oportunidades laborales y mayores niveles de ingreso e incide en el aumento de las brechas de desigualdad y aumento de pobreza.

No solo eso, el impacto emocional que han sufrido los niños y jóvenes puede incluir diferentes reacciones emocionales y emociones negativas para su bienestar integral, como miedo, ansiedad y preocupación.

Y aunque a nivel federal se anunció el regreso a las aulas de manera voluntaria y bajo la implementación de protocolos de sanidad en agosto de 2021; en el estado de Hidalgo regresó solo el 18% de los municipios bajo el argumento de la tercera ola de COVID – 19 ocasionada por la variante Delta.

Al inicio de este año, la variante Ómicron vino a desajustar nuevamente el escenario para ahuyentar a los alumnos del aula, sin tener tanta claridad de cuando se regresa a la normalidad en el sector educativo.

A todo lo anterior hay que sumar una nueva variable ésta de corte administrativo y político. El asunto es que El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), sección 15, anunció el reinicio de clases y movilizaciones a partir de este lunes 31 de enero.

Parece una contradicción, pero el sector además de estar lastimado por lo antes referido suma un factor más al complicado escenario. La carencia de un bono para jubilados que viene a minar las condiciones para un regreso presencial y ordenado del sector. 

El SNTE, anuncia que habrá movilizaciones a partir de este día y solicita comprensión a la sociedad por los inconvenientes que esas acciones puedan generar. Reiniciarán actividades porque la educación de los alumnos no se puede postergar y los maestros lo harán bajo protesta debido a que hasta ahora no se han pagado el bono a jubilados ni el aguinaldo a homologados.

De esta manera, la política sindical y su relación con las autoridades, suman otro elemento de dificultad. Mientras alumnos y padres de familia anhelan tener un regreso a la normalidad la contraparte, maestros y autoridades parecen no tener prisa por recuperar el tiempo perdido. Una verdadera desgracia.

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