El pasado viernes 5 de abril, un hecho insólito en la historia de la diplomacia mexicana tuvo lugar en Sudamérica: la embajada de México en Ecuador fue asaltada por cuerpo policiales de dicho país, siguiendo instrucciones del presidente Daniel Noboa.
El ataque a la embajada se suscitó debido que el Gobierno de México estuviese valorando otorgarle asilo político al ex vicepresidente Jorge Glas (entonces alojado en la embajada) acusado por la derecha ecuatoriana de corrupción y nexos con el narco.
La irrupción en la Embajada de México por parte de las autoridades ecuatorianas ha tenido como consecuencia el arresto de Jorge Glas, así como la ruptura de relaciones entre México y Ecuador, en la que es sin duda la mayor crisis diplomática en la historia reciente de México. Prácticamente, la totalidad de la comunidad internacional ha condenado dicho atropello a la soberanía mexicana por parte del gobierno ecuatoriano, pues este ha sido un acto que atenta en contra del derecho internacional y que sienta un precedente adverso que puede ser replicado por otras naciones latinoamericanas que experimenten una situación de esta índole.
Incluso entre políticos ecuatorianos de relevancia, se ha reprobado el irracional proceder del presidente Daniel Noboa producto de su inexperiencia política y la presión de sus partidarios en el Congreso; pese a ello, algunos simpatizantes de la oposición en México han celebrado la invasión a la embajada.
Si bien, es cierto que el dogmatismo izquierdista de López Obrador lo ha llevado a tensar relaciones diplomáticas con diversos países de Latinoamérica, también es cierto que desde hace casi un siglo México ha sido un referente en otorgar asilo a presuntos perseguidos políticos, y ni siquiera gobiernos dictatoriales de derecha dura en Sudamerica como los de Pinochet o Videla, llevaron acabo en su momento una atrocidad semejante.
Con una economía endeble, una situación de seguridad alarmante y ahora con una tormenta diplomática encima, el gobierno de Daniel Noboa se tambalea a menos de un año de su comienzo. La ineptitud e inexperiencia del joven presidente ecuatoriano le pasarán una gran factura al país andino.

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