La no ratificación de quien fuera la Fiscal de la Ciudad de México, creó la necesidad de nombrar a un encargado de despacho que es una persona que se hará cargo de la Fiscalía, hasta en tanto se nombra a quien fungirá como la o el nuevo Fiscal de la capital.

En primer punto debemos de señalar que la nueva titularidad de la fiscalía, deberá también ser nombrada por mayoría absoluta en el Congreso de la capital, cuestión que hasta el momento no tiene ningun partido y que fue el motivo por el cual la antigua fiscal, no pudo ser ratificada.

En segundo punto, la ratificación de la fiscalía se debe realizar mediante un acuerdo de mayoría, es decir 2 terceras partes del Congreso deben de estar de acuerdo con dicha ratificación.

Personalmente parece que no es viable la argumentación de ataques políticos para la falta de ratificación, puesto que no se puede ni menospreciar ni mucho menos etiquetar el voto de las y los diputados de diversos partidos, que si bien en este momento no son mayoría lo cierto es que representan a un grupo de la sociedad que tiene el derecho de no estar de acuerdo con una fiscal.

En ese mismo sentido, la idea fundamental de la democracia es el respeto a esas minorías y la negociación con las mismas, para que los organismos autónomos no sean parte de una mayoría y puedan ser parte de una imparcialidad que beneficie a todos.

Por tanto, la democracia mexicana comienza a crecer cuando vemos la luz de estas discusiones, que tienden a beneficiarnos a todos, espero que ello nos lleve a tener perfiles idóneos e imparciales en la Fiscalía, puesto que ello es la finalidad de este proceso democrático dentro de las cámaras.

juanfer_lm@jfg

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