Eran exactamente las 11:43 am y nos encontrábamos ya listas en la entrada principal del hotel para iniciar nuestro recorrido por la ciudad. Recuerdo que se sentía un poco de viento frío, pero con la emoción de salir y teniendo los cálidos reflejos del sol sobre la cara y el cuerpo, no había motivo para parar o dilatar el momento.
Empezamos la caminata sobre la calle Huron con dirección hacia el Este. En un inicio queríamos llegar hasta “Millennium Park” para tomarnos la clásica foto con la escultura “Cloud Gate”, que popularmente es conocida como “The bean” o “el frijol” en su traducción al español; pero en vez de eso, nos topamos con la carretera que recorre toda la orilla alrededor del Lago Michigan y junto a ella, el acceso que nos llevaría a la Playa Ohio.
Para poder acceder a la Playa Ohio desde el centro de Chicago, es necesario pasar por un pequeño puente peatonal subterráneo, el cual nos llamó mucho la atención porque además de estar muy limpio, algunas de sus paredes contenían ejemplares parecidos a “vitromurales”.
El “vitromural”, como ya lo había definido en algún texto anterior, es el arte de plasmar imágenes sobre un muro o pared con detalles de trozos de cerámica y vidrio. Además, si son seguidores de mis historias y de esta columna, o simplemente si les gusta el arte y la cultura, sabrán que los “vitromurales” son un símbolo turístico de la ciudad de Zacatlán, en Puebla, fruto de la gran iniciativa de mi estimada Mary Carmen y los artistas locales; pero de ellos hablaremos nuevamente más adelante.
Regresando al súbito tema tropical, la Playa Ohio en Chicago, tiene un pequeño muelle que da la bienvenida al lugar y junto a este, un arco de madera que funge como la entrada principal llena de luces, áreas verdes y pizarrones con anuncios y frases de “good vibes”. De igual modo, a los costados se encuentran un par de botes, parasoles para los visitantes, renta de bicicletas y un café-bar.
En esencia, el encanto de este paraje es la cercanía con la ciudad y el agua dulce, mejor dicho, que no es necesario desplazarte tanto tiempo hacia algún lugar con costa para tener un poco agua, arena y llenarte de felicidad. Es el lugar perfecto para disfrutar de un poco de sol durante el día y una visita obligatoria de primavera a verano. Es dónde puedes estar tomando el sol tumbado sobre la arena y, además de disfrutar de la vista hacia las aguas del lago, puedes voltear y contemplar la belleza de la atmosfera citadina.
Sin duda, sabemos que “en la playa, la vida es más sabrosa” o algo similar; y así como esta playa, existen muchas otras alrededor del Lago Michigan, inclusive hay playas donde admiten mascotas, que me hubiese encantado visitar, pero será otro pretexto más para regresar.
Y aunque nosotras no íbamos con la vestimenta adecuada para visitar una playa, y que tampoco nos retiramos los zapatos por el frío y el temor de no tener tiempo para regresar al hotel y volver a cambiarnos, disfrutamos mucho del ambiente y nos llenamos de esa energía alegre y positiva, que las personas radiaban alrededor de la playa. Y ahí tomamos muchas fotografías: caminando, junto al agua, con dirección a la ciudad, mostrando orgullosas nuestras banderas y riendo en abundancia, porque el viento enredaba nuestros cabellos.
Apenas era el mediodía, y a pesar de que mis “cachetitos” ya me dolían de tanto sonreír, el sol me seguía iluminando y yo feliz.

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