Desde varios meses (quizá años), el estado de Hidalgo vive inmerso en un problema complejo. Sus propias carencias a la par de tener la Refinería de Tula, le trajo como resultado un escenario propicio para que varias comunidades aledañas a esa zona, se dediquen al robo de hidrocarburo.  

Quizá sea una lectura muy básica el sostener que las condiciones sociales incentiven este delito. Pero lo que vemos constantemente es que localidades o pueblos se dedican a esta actividad buscando mejorar su situación.

No solo eso, aquellos pobladores que reciben ínfimos beneficios por esta actividad comandada por verdaderos carteles, son los primeros en encubrir ese negocio con las autoridades. Pensando que esa fuente de recurso nunca se acabará.

Esta condición hace que en zonas específicas se comprometa la vida, al permitir que bajo las casas se extraiga la gasolina a sabiendas que se trata de un verdadero polvorín, que puede ocasionar una desgracia en cualquier momento.

Pero aquello parece no preocupar demasiado a quienes no tienen otra fuente de ingreso. De esta manera, el delito crece y se reproduce al amparo de quienes tienen la necesidad de poner en juego su propia vida y la de los suyos.

A pesar de lo anterior, los datos que presentan las autoridades federales y locales parecen contundentes. El pasado fin de semana en distintos municipios de Hidalgo, elementos de la Guardia Nacional detectaron y aseguraron al menos 7 tomas clandestinas, utilizadas para extraer de manera ilegal el combustible de los ductos de Pemex; además decomisaron vehículos con bidones para transportar el líquido.

Los municipios en que más se encuentran activo este delito y donde se detectaron las tomas clandestinas son:  Tepetitlán, Mineral de Reforma, Tlahuelilpan, Nopala de Villagrán, Atotonilco de Tula y Pachuca.

De esta manera, parece que el primer criterio esbozado párrafos antes, se caería por propio peso. Porque al menos, dos de los municipios referidos tienen una minoría de su población con bajos niveles de marginación. Tal es el caso de Mineral de la Reforma y Pachuca.

Pero más allá de eso, lo que encontramos es una sofisticación en los métodos y una amplia red de delincuentes, que se extiende en la zona metropolitana de la capital con cierta soltura. Aunque los tramos con mayor incidencia, están circundantes a Tula.

Cabe mencionar que recién la madrugada del viernes 12 de mayo, una vivienda en obra localizada dentro del territorio del municipio Tula de Allende, explotó como consecuencia de almacenar combustible extraído presuntamente de manera ilegal.

En el sitio no se localizaron personas lesionadas ni hubo detenciones por los hechos, pero de acuerdo con el informe policial, se encontraron bidones con huachicol y otras herramientas utilizadas para la ordeña ilegal de los ductos de Pemex. La zona quedó resguardada y bajo investigación por las autoridades.

Este delito puede estar relacionado con los lamentables hechos de hace dos días, donde seis personas resultaron muertas por un grupo de sicarios, que a sangre fría dispararon en varias ocasiones contra los asistentes y jugadores a un encuentro de fútbol rápido, en el municipio de Atotonilco de Tula.

Lo anterior está generando un ambiente enrarecido y una descomposición en la base social de los lugares con alta incidencia de huichicol. Por eso es muy importante concentrar los esfuerzos en esta zona, para que los hidalguenses podamos regresar al entorno tranquilo que teníamos hace unos años.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: