Aunque la selección de la “corcholata” por Morena se aprecia aún lejana, desde ahora hay dos claros prospectos en lo que se antoja una prolongada recta final: el Canciller Marcelo Ebrard y la Jefa de Gobierno Claudia Sheimbaun. Ambos han aceptado abiertamente sus aspiraciones, que si bien no son únicas sí están por encima de un posible tercer candidato en cuanto a trayectoria y músculo político.
Pero como en las novelas clásicas estos dos prospectos políticos se disputan con mayor descaro y sin el menor recato la postulación de Morena que daría continuidad a la llamada Cuarta Transformación.
Y aunque no lo parezca, en mi opinión, lo hacen desde una posición equilibrada en materia de proyección y cercanía con el círculo cercano al presidente López Obrador, uno en la arena internacional y la otra desde la capital,
Sin embargo, lo ocurrido este fin de semana con la desafortunada tragedia en el metro de la Ciudad de México, puso en evidencia la vulnerabilidad de la candidatura de la Jefa de Gobierno, que en la últimas semanas había ganado notoriedad gracias a proselitismo amparado en la frase #EsClaudia pese a la denuncias de sus detractores.
El manejo de la crisis dejo ver una vez más que la operación del Metro será una sombra difícil de borrar para ambas precandidaturas. Sin embargo, en este caso, se hizo evidente la mala gestión de una crisis desde la perspectiva política: nuevamente vimos una Jefa de Gobierno, que no comunica con empatía a la que le cuesta escuchar voces que le señalen y le critiquen. No le gusta y le incomoda.
Ahora le tocará acomodar las circunstancias en función de sus objetivos, mientras el Canciller atrae todos los reflectores con la Cumbre de América del Norte. Las debilidades de uno fortalecen las aspiraciones del otro, mientras el calendario avanza y avanza

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