La Pascua acaba de celebrarse y viene precedida de uno de los procesos que en mayor medida, ha cambiado la historia de la humanidad e implica la condena de un inocente ante la presión de una sociedad.
En primer punto es importante comprender la trascendencia de la condena de un inocente, sin duda la historia nos ha demostrado que la condena de un inocente ha pesado no solo sobre la sociedad, sino incluso sobre la historia misma que ha hecho cambiar a la sociedad y a los procesos.
Maxime cuando esa condena fue establecida por una sociedad, que se impuso sobre la justicia y la norma, en un Estado que prefirió dar gusto a un grupo de personas que se equivocaron que tener el valor de actuar conforme a la norma.
Hoy parece que aun hay procesos donde se condena en mayor medida, con la finalidad de satisfacer a la sociedad que el lograr la justicia o el cumplimiento de la norma, pregunto cuántas personas han gritado sin saber una condena a un inocente y cuantos jueces se han lavado las manos sabiendo que han condenado a un inocente para evitar una confronta con esa sociedad.
En gran medida la justicia no es fácil y tampoco popular porque muchas veces debe de comprender bienes que pueden no ser satisfechos para toda la sociedad o dar una solución que, aunque correcta no agrade a un gran número de personas.
Sin embargo, el deber de los órganos jurisdiccionales es erguirse ante esos molinos de viento y defender la justicia aun en contra de una popularidad porque el bien superior en gran medida es salvar al inocente, aunque la sociedad no lo considere como tal.
Ello hace que en ocasiones la batalla por la justicia no sea sencilla, pero si necesaria para la paz y el respeto de los derechos de nuestra nación.
juanfer_lm@jfg