“Cuando los jugadores
se hayan ido,
cuando el tiempo los
haya consumido,
ciertamente no habrá
cesado el rito.
En el Oriente se encendió
esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy
toda la Tierra.
Como el otro, este juego
es infinito”

Mi interés por Argentina surgió en la universidad. Leía poemas, muchos de ellos eran de Jorge Luis Borges, y con ello inicié una faceta llena de admiración a la composición latinoamericana, con las diferencias fonéticas que encontraba principalmente en los diversos estilos de música y el arte.
Como este fragmento de inicio que sin más se adapta perfecto a la situación de fútbol que apreciamos este fin de semana, aunque fuera escrito hace muchos años titulado “Ajedrez”.
Mi apreciación hacia Argentina siempre ha sido a través de las melodías llenas de pasión, de la “milonga”, que sin conocer a fondo su significado, me llena los oídos y el cuerpo de sentimiento. Me incita a bailar.
Al país argentino lo visité en el 2011, siendo nuestra primera parada la ciudad de Buenos Aires. Recuerdo esos momentos icónicos de ir caminando por las largas calles, apreciando la infraestructura y tomando montones de fotografías. Y de fondo las voces argentinas, porque claro, no hay nada que caracterice más a un país que la manera de hablar, y la manera en que habla un argentino “che”, no se puede comparar.
Visité la Casa Rosa y a lo lejos vi el edificio gubernamental con la imagen de Eva Perón. Cayendo la noche, las calles se fueron iluminando, así que volvimos a pasar por la Casa Rosa para una foto oficial, y para cerrar con broche de oro, fuimos al Puerto de Madero, un lugar mágico. Cualquiera se podría enamorar ahí.
El segundo día fue muy pintoresco. Visitamos un sitio lleno de banderas azul celeste en el barrio de La Boca: la Bombonera. Este lugar, “la Bombonera” es un estadio de fútbol perteneciente al Club Atlético Boca Juniors y sin más, ese día me tomé de la mano con Leonel Messi. ¿Qué afortunada, no? ¿Te lo has creído? Pues es verdad.
Frente al estadio encuentras múltiples tiendas de recuerdos deportivos y en una de ellas, al menos la que afortunadamente visité, tenían dos imágenes de tamaño real de los grandes exponentes del futbol argentino: la primera del grande Diego Armando Maradona y la segunda de nuestro actual favorito por el Campeonato de la Copa Mundial de Fútbol 2022: Leonel Messi.
Ese día, además de ser muy divertido, lo finalizamos en un restaurante donde agradecida, bendije los alimentos con las manos, como lo hacen los argentinos, porque qué delicia son sus asados y su carne.
De hecho, no recuerdo haber comido un corte tan delicioso en mi vida como aquella vez y mira que he viajado. La velada la acompañamos con mucho vino y una vasta degustación de “Quilmes”, la cerveza nacional.
El tercer y último día en la capital, visitamos un paseo de compras llamado “Caminito”. Un lugar turístico con gran valor cultural, pues es el sitio perfecto para apreciar todo lo argentino junto.
Ahí, las calles y paredes están llenas de colores, por lo que cualquier sitio es un paraje perfecto para tomar fotografías. Gracias a sus exponentes callejeros, los músicos independientes, el tango y la milonga amenizan cada rincón, además de todas esas parejas de artistas bailando al son del bandoneón. Una maravilla de lugar. Para mí, Argentina es bohemia.
La aventura no terminó ahí, pues también visité las provincias de Córdoba, Tucumán y Mendoza. Pero lo último que quiero contar sobre esta experiencia argentina es sobre el delicioso postre “alfajor”.
Si bien este postre de galleta y relleno de dulce de leche tiene su origen europeo, es la excelencia argentina para endulzarse no solo el paladar, sino la vida. Y de ahí esta frase: “más vale alfajor en mano, que la tentación de estarlo mirando”

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