Desde hace semanas se venía cocinando una decisión que ilustra el nivel de la crisis que vive el priísmo local. Lo que era un secreto a voces, se cumplió: el expresidente municipal suplente de Pachuca, priista de trayectoria longeva, Benjamín Rico Moreno, finalmente hizo oficial su salida del PRI.
Para aquellos que no tienen antecedentes del político mencionado, cabe destacar que fue el “eterno” aspirante tricolor para gobernar la capital hidalguense. Una de esas figuras que siempre aparecía en las listas de aspirantes y que, por diversos motivos, nunca pudo lograr su objetivo.
Quizá eso sea lo más dramático de su trayectoria, el hecho de haberse empecinado en un solo propósito y que su ahínco y voluntad, no hayan sido suficientes para la cúpula de su partido. Seguramente resultó frustrante que su mayor recompensa fue ser el suplente de Sergio Baños, en la administración municipal pasada.
Ante tal escenario, el político pachuqueño decidió salir de las filas del PRI, que hasta hace poco tenía una enorme cualidad: premiar a sus cuadros más leales y disciplinados. Cosa que no ocurrió con Rico Moreno.
El futuro del ahora “sin partido” es incierto, y como suele ocurrir en estos casos, son muchas las especulaciones en torno a conocer el nuevo instituto político, que abrigará las aspiraciones del histórico del priísmo capitalino.
Ante el río revuelto hay apuestas de los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional para que el personaje cambie de camiseta y pueda coronar su vieja aspiración en la capital. Cuestión que, de concretarse, pone en evidencia la carencia de liderazgos en aquellos institutos.
Porque Rico Moreno no es necesariamente un ejemplo de rectitud y buenas formas de actuar. En su trayectoria, también figuran capítulos obscuros relacionados a la actividad laboral que desempeña él y su familia.
Cabe destacar que su hermano, Marco Antonio Rico Moreno, fue subsecretario de Obras Públicas del gobierno de Hidalgo (SOPOT) en la administración de Francisco Olvera. Desde ese encargo, obtuvo más de 270 licencias de construcción en municipios del estado, que beneficiaron a su empresa. Es decir, su propia dependencia autorizó las obras que ganaría su constructora al emitir los permisos y cambios de uso de suelo.
Gracias a estos mecanismos, que representa un conflicto de intereses, la familia Rico Morales desarrolló los fraccionamientos: Esmeralda, Villa Fontana, Rinconadas de San Alfonso, Residencial Victoria, Rinconadas de Esmeralda y Los Viñedos. También se les ha relacionado con un fraccionamiento llamado Don Antonio.
En 2028, el portal de noticias La Silla Rota, publicó que la Constructora Sylma pasó de tener un capital de cien mil pesos a conseguir ingresos superiores a los 346 millones, durante la gestión de Antonio Rico Moreno en la SOPOT.
Eso no es todo, aquella familia alcanzó celebridad en televisión nacional, cuando denunció por daño moral a una persona que se quejó de las condiciones del fraccionamiento que los Rico Morales construyeron. Las fallas en el sistema de drenaje y alcantarillado, provocaron que en la primera temporada de lluvias muchas de las casas y accesos de la Privada, entregadas a finales de 2014, se inundaran; además de que había problemas con las luminarias, infraestructura vial, la planta purificadora prometida en el contrato, casetas de vigilancia y otros vicios ocultos.
De tal manera, que los partidos políticos que le abran la puerta a Benjamín Rico Moreno, tendrán que dar muchas explicaciones en torno a los negocios de la familia. Inclusive, el PRI podría ser ahora su peor detractor porque conocen muy bien la historia financiera de sus empresas.
