Las cosas buenas siempre deberían tener un final feliz, así que sabiendo que este será el último artículo del año que compartiré con ustedes me encantaría llenarlo de datos curiosos, magia y bendiciones.
Enero se fue, febrero también… de hecho se fueron ya todos los meses; pero en este último, refiriéndome a diciembre, ha sido donde la emoción de un nuevo comienzo se ha despertado, y el ambiente, además de ser mágico, se respira un aire de anhelo y un buen porvenir.
¡Realmente espero el 2025 con impaciencia!
Bajo esta inquietud de saber qué pasará en este prometedor futuro, me surgió la duda por saber quieres eran los primeros en recibir el Año Nuevo, porque a estas alturas ya sabrán que aprender cosas nuevas y a veces sin sentido me ponen muy feliz. Relativo a esto, el país Kiribati también conocido como la Isla de Navidad, así como las diferentes islas en el Pacífico son los primeros en celebrar la llegada del Año Nuevo. ¿Qué emocionante, no creen?
Y entonces pensarán que en este momento ellos ya están listos con sus doce uvas en mano para la cuenta regresiva, pero ni siquiera eso es para todo el mundo.
La tradición de las doce uvas en Año Nuevo tiene su origen en España a finales del siglo XIX. Esto comenzó con un grupo de viticultores madrileños que para fomentar la buena cosecha de la vendimia idearon incluir el consumo de las uvas en el recibimiento del año; añadiendo que el número doce quedaba perfecto para acoplarlo a cada una de las campanadas de medianoche. Evidentemente con la conquista esta tradición siguió en la Nueva España y hasta la fecha en México y otros países de Latinoamérica se sigue disfrutando de esta costumbre. Referente a eso, cuando pasé Año Nuevo en Venecia, Italia, me quedé con un divertido recuerdo de los amigos argentinos mofándose de nosotros al decir: “pásame una uva”.
Y hablado de recuerdos, la introspección emocional y social de un año que termina normalmente la hacemos antes de Navidad, ¿cierto?, o al menos pienso que es así para casi todos. Comenzaré por decir que la reflexión de las cosas que hice o no durante este año 2024 la conservaré como un buen recuerdo. En tal sentido, si en un futuro necesitara de algo libremente indagaré en mi memoria y retomaré de a poco algunos fragmentos ya vividos, que en su mayoría serán sentimientos, lo sé. De ahí, esta fotografía, pues soy fiel creyente de que siempre debemos reciclar todo lo bueno que nos acontece y ese abrazo lo amerita.
Pero mientras vamos avanzando, porque estamos a unas horas de recibir el nuevo año, llegaremos a ese punto donde la reflexión se enfocará en el porvenir y eso será minutos antes de ingerir las uvas, tal vez después porque para muchos el momento en vez de centrarse en gratitud y optimismo, se torna en desesperación por ingerir las uvas.
Así que cuando la plática me lo permite, suelo pedir a las personas cercanas que una de las uvas la dediquen para mí, con eso siempre les robo una sonrisa además de que inconscientemente intento darles un momento de esperanza por saber que disfrutaremos de momentos juntos un año más.
Por último, en estas últimas líneas yo manifiesto iniciar el año siendo visionarios y ambiciosos y deseo realmente que todos tengamos nuevos logros, nuevas emociones y nuevos sentimientos.