El talento, la creatividad y la imaginación cuando se conjugan, no tiene límites. José Ramírez Gómez, hace de lo que parece una chatarra de piezas automotrices, todo un arte.
Con fierros viejos y en desuso, ensambla diferentes figuras que a lo largo de los años se han ido cotizando.
José dijo en entrevista que era mecánico y lo que comenzó como un hobby, se convirtió en la necesidad de obtener un ingreso y a la fecha, de esta actividad sostiene económicamente a su familia.
Relato que durante la pandemia de la Covid-19, generó que se quedara sin trabajo y fue cuando comercializó sus primeras figuras, que lo sacaron avante para sostener a su familia.
“En cualquier taller hasta en el más pequeño rincón, siempre habrá chatarra y se me ocurrió armar figuritas pequeñas. Mi primer trabajo, fue una motocicleta”.
Posteriormente, fue creando figuras más grandes, como coches robots, cráneos y hasta personajes de series televisivas como Mazinger Z; el Hombre de Hojalata, el WaIly (robot); también cuenta con un cráneo y algunas figuras de toros.
Dijo también que sus herramientas básicas para crear estas obras son una planta de soldar, un esmeril y un taladro.
De igual manera ocupa clavos, tornillos y las piezas de coches, como licuadoras (de dirección), velocímetros, rotores y pistones de camiones y camionetas que prácticamente son inservibles, pero con mucho ingeniero crea arte y les da vida.
“Hay personas que admiran los trabajos y se los llevan para adornar sus casas, oficinas y sus centros de trabajo”.
Actualmente, Ramírez Gómez expone sus “obras de chatarra” en la explanada del Centro Cultural Ricardo Garibay en Tulancingo, todos los sábados.
De igual manera los domingos vende estos artículos en la plaza de Huasca de Ocampo.
Los precios de estas figuras oscilan entre los 500, 800, 1500 y hasta 20 mil pesos, de acuerdo con las dimensiones de los personajes o armaduras creadas con chatarra.
