Por Sir Arthur
En la antesala de asumir como Presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, ha dado mucho de qué hablar en la escena internacional; especialmente, su retórica imperialista, que le ha valido tanto el aplauso del sector conservador de Estados Unidos, como el repudio de los estadounidenses de tendencia progresista; y que además ha generado varias reacciones por parte de los líderes de los países aludidos en sus discursos.
Desde que fue elegido en noviembre pasado, Donald Trump no ha dejado de lanzar dardos en contra de diversos gobiernos con una intención: proyectar una imagen de fuerza y determinación tanto dentro como fuera de EE.UU., y hacerle sentir al votante estadounidense (habitualmente disociado de la realidad global y susceptible ante los discursos de corte triunfalista/nacionalista), que contará con un gobierno sólido que haga honor a su eslogan de campaña “Make America Great Again”.
Entre los países a los que el presidente electo ha aludido, se encuentran Groenlandia y Panamá. Trump ha asegurado dialogará con el gobierno de Dinamarca para “comprar” Groenlandia.
También ha afirmado querer hacerse del control del Canal de Panamá y ha sugerido una nueva intervención militar en la nación centroamericana; si bien, ambas premisas parecen descabelladas, el discurso de trasfondo tiene que ver con refrendar el estatus de potencia hegemónica de Estados Unidos en el continente.
Las provocaciones en contra de los gobiernos de México y Canadá, tienen un objetivo más complejo: someter a sus dos principales aliados regionales a las voluntades comerciales y en materia de seguridad.
Trump sabía de la endeble situación política de Canadá, que llevó a la renuncia de Justin Trudeau a principios de esta semana. También es consciente de que la falta de acción del gobierno de México, en contra del crimen organizado no es sostenible, por lo que ha agudizado su discurso en contra de México y ya se han empezado a ver ciertos cambios en la estrategia de seguridad.
Trump, al igual que lo fuera AMLO para México, es un maestro en el discurso populista, con el que logra entusiasmar a sus simpatizantes a la vez que anula y provoca a sus adversarios.