Un hecho se ha establecido: no se alcanzaron las firmas necesarias para la revocación de mandato, lo cual parece que es una respuesta franca de la ciudadanía.
No haber firmado para una revocación de mandato, implica no querer someter a su gobernante a la misma por una simple razón: se está de acuerdo con el mismo y con su gobierno.
Estas formas de participación ciudadana, si bien son parecidas a las elecciones democráticas que se tienen en nuestro país, su objetivo, finalidad y naturaleza es distinta y como tal, debemos de interpretarlo.
En consecuencia, la inexistencia de la misma también es un resultado de una lectura que se debe de dar y que es simple: la ciudadanía no quiere someter a ello a su gobernador, porque no considera necesario votar para una revocación, porque ni siquiera hay indicios de necesitar un proceso de revocación.
Por tanto, la respuesta es tangible. La opinión de la ciudadanía es que continue el gobierno que fue elegido.
Parece que la ciudadanía como muchos hemos considerado que es innecesario un ejercicio para reafirmar aquello que votamos en las elecciones pasadas y esa es la finalidad del ejercicio puesto que, solo cuando se pretende un cambio, surgen estos procesos participativos que pretenden un cambio.
Contrario a ello, si la respuesta es la continuidad el ejercicio en sí mismo carece un tanto de finalidad, puesto que si no se quiere la revocación el desarrollo de la consulta es innecesario.
El tener instituciones democráticas que permitan a las y los ciudadanos ejercer su derecho a disentir, es fundamental en una nación como la nuestra, del mismo modo que respetar el no ejercerlo, cuando así lo ha expresado la propia ciudadanía, bajo el apoyo de un pueblo a su propio gobierno.
