Hace unos días, José Antonio Rojo García de Alba hizo público su desacuerdo con la dirigencia nacional del partido político que lo hizo diputado federal. El oriundo de Huichapan, quien fuera nieto de un gobernador de Hidalgo (Javier Rojo Gómez) e hijo de Jorge Rojo Lugo (dos veces mandatario de la entidad), anunció una pausa en su militancia priísta.
El político que desde hace años no tenía reflector a pesar de haber sido delegado político de su partido en los estados de Durango, San Luis Potosí, Zacatecas e Hidalgo; fue excluido de las decisiones y posiciones desde el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor.
Por tal motivo, el también conocido como cachorro del grupo Huichapan, decidió levantar la voz para expresar lo que todo el mundo sabe: que la actual cúpula priísta se encuentra secuestrada por Alejandro Moreno.
Su despedida del partido es simbólica porque como se refería los tiempos de oro de ese liderazgo, ya pasaron. Pero, de cualquier manera, es simbólico que uno de los últimos sobrevivientes de ese instituto, se inconforme con lo que ocurre recientemente en el otrora partido dominante.
Esta ola de perfiles que han manifestado distancia, se suma a otros factores que denotan el desmoronamiento del que fuera el partido, que dominó los destinos del estado por más de 80 años. Entre ellos, sobresale la falta de pago de predial del edificio donde se encuentran sus oficinas, los adeudos en nómina y otros servicios, que dan cuenta de que la crisis del PRI no solo es política sino financiera.
Como resulta natural, los políticos que migran del PRI tienen que realizar una evaluación personal en dos sentidos. Seguir en los caminos del servicio público o retirarse de la política. Muy pocos, optan por el retiro. Quizá porque consideran que su perfil podría ser compatible con otras ideologías políticas.
En este sentido, siempre se tiene a la mano la explicación, por cierto, muy socorrida que va en el siguiente tono: yo no cambié de partido, fue el partido el que cambió, perdió el rumbo y yo no podía seguir siendo parte de ese instituto…
En ese tenor, hay cierta especulación por los rumbos que tomará José Antonio Rojo, porque en algunas entrevistas, ha comentado que no se retira de la política. Es más, comentó que aspira a ser gobernador.
Vaya pretensión porque si busca una plataforma política que le permita asentar esa aspiración, tendría que pintarse de guinda porque los otros partidos en Hidalgo están muy lejos de ser competitivos en un escenario actual.
Podría, sin embargo, teñirse de naranja, una fuerza política en crecimiento, que busca nuevos cuadros que le permitan ser vistos como una “tercer vía”, en un escenario donde los dos polos están claramente identificados.
De esta manera, la noticia más relevante en la esfera local, es dónde estarán los destinos del que también fue secretario de gobierno y dos veces aspirante a la gubernatura por el estado de Hidalgo. Lo cierto, es que su capital político parece reducido, por la falta de presencia en las recientes coyunturas políticas.
