La historia dice que, en el año 1223, en Italia, San Francisco de Asís fue el primero en recrear el escenario y momento en el que Jesús, el Salvador del mundo, nació en un humilde pesebre.
Fue un nacimiento viviente, con personas y animales reales y, a partir de ahí fue evolucionando y extendiéndose por todo el mundo.
En México, la tradición de los nacimientos llegó con la evangelización española en el siglo XVI, utilizando a lo que llamaban también “belenes” como una herramienta didáctica para difundir la evangelización, y a partir de ahí, fueron evolucionando con las características de cada cultura.
Al paso de los siglos, la llegada de otras ideologías, la globalización y hasta la crisis económica, han traído a la baja la colocación de los nacimientos.
Sin embargo, hay familias que han continuado por años con esmero y profunda dedicación esta tradición, y que son como el salmón que nada contra la corriente de la modernidad, con tal de seguir dejando la semilla de la tradición y la fe en lo más alto para que las nuevas generaciones no las dejen perder.
Así encontramos a la familia Morales Luna, que en su restaurante “Luna”, ubicado en la colonia La Morena, llevan 15 años colocando el nacimiento.
Inició, con algo pequeño y año con año le han ido agregando diferentes elementos, quizá fuera de la narrativa católica, pero con un estilo muy personal y muy mexicano.
“Le hemos agregado algunos elementos que son típicos de la cultura mexicana como un carrusel, una rueda de la fortuna, un castillo pirotécnico junto con su torito, un telar y así otros más que representan la riqueza de México, como unos danzantes de la tradicional danza michoacana de “Los Viejitos””, expresó Verónica Morales Luna.
En la zona de Napateco, en la Cuasi parroquia la Divina Providencia y San Juan Diego, desde hace seis años comenzaron a colocar un nacimiento que tiene como particularidad, el tamaño de sus personajes, pues son de escala real, observando a José, María, un pesebre que ocupará el niño Jesús, los tres magos de oriente, el ángel, un burro y un buey.
Flor Hernández, feligresa de esa comunidad católica, comentó que poco a poco se han ido haciendo de esas figuras, pues no es nada sencillo por su costo, pero con el apoyo de los fieles, se ha logrado y se espera que se continúe con la adquisición de más figuras de escala real.
En la colonia Ferrocarrilera, la familia Montiel lleva más de 20 años colocando un nacimiento, el cual cada año tiene un diseño diferente, pero siempre con el mismo propósito de recordar el nacimiento de Jesús.
“Este año escenificamos un desierto, un bosque con cascada y río, y por supuesto una aldea con granja, como en la época de Jesús, agregando una ciudad, que representa la modernidad, con un ferrocarril que es algo icónico para ellos al ser ferrocarrileros”, comentó Mariel Montaño.
Uno del nacimiento que más reconoce la gente de Tulancingo, tal vez por su tamaño y por estar en un local comercial en la esquina de Bravo e Independencia, es el de la familia de la señora Lolita García, quien contó que tiene 34 años colocando el nacimiento, destacando los cinco misterios que marca la tradición, desde el anunciamiento a María, hasta cuando Jesús es encontrado en el templo, luego de que se les perdiera a María y José.
Finalmente, Gastón Cordero Olvera, conocido como El Alfil, año tras año, desde hace 17 años, adorna su automóvil de perifoneo con ornamentos navideños, hasta llegar, en este año, a colocar sobre el toldo y cofre del automóvil, un nacimiento que muestra la combinación de lo tradicional con lo comercial.
“Poco a poco me fui haciendo de figuras, unas me las han regalado mis familiares y he ido colocando más, hasta un tren, con la intención de conservar la tradición, pero también de llevarle alegría a los niños que, al ver el auto, sonríen se toman fotos esperan la llegada de regalos”, comentó El Alfil.
