Si no hay “jarritos”, no hay feria. Es el término que utilizan quienes se dedican a darle vida al barro y cerámica, quienes hacen uso de su ingenio y del folklor mexicano para plasmar algunas frases a los jarritos que se encuentran en los puestos de la Feria de los Angelitos.
En un recorrido por las calles de Libertad, Echávarri y 1 de Mayo, donde precisamente se expenden estos productos y quienes se dedican a dicha actividad, provenientes en su mayoría del Estado de Michoacán, comentan que ya es una tradición que viene de generaciones.
La caligrafía que utilizan también es muy representativa con frases, que van desde los más tenue como “Recuerdo de la Feria de Tulancingo”, “Para mi mamá”, “Para mi esposa con cariño”, hasta expresiones como “Para el cab…de mi compadre”, “Estoy tomando, favor de no estar chin…” o “Para mi viejo panzón”, entre otras.
Durante más de 50 años, los artesanos en Tulancingo tienen un papel preponderante en esta celebración, en honor a Nuestra Señora de los Ángeles o Feria de los Angelitos.
En este sentido, los entrevistados también comentaron que tienen clientes de antaño, que vienen ya sea desde las sierras Norte de Puebla, Hidalgo y Veracruz, exclusivamente a la Feria de los Angelitos, para comprar los tradicionales jarritos de barro.
Algunos comerciantes refieren que el hecho de venir a Tulancingo, les representa una emoción – por la calidez de su gente, pues desde niños han venido, primero acompañando quizás a sus abuelos y ahora vienen con sus nietos.
Detrás la venta de cada jarro, hay un arduo trabajo que tiene que ver con el moldeo de la arcilla, barro o tierra mojada, que son elementos que forman parte de toda una tradición ancestral en México que se remonta a la época prehispánica. Así en un jarro, se puede disfrutar desde un café, un té y hasta un buen pulque o cantarito
