Una vez que el titular del Poder Ejecutivo Local rindió su informe de gobierno, los secretarios del gabinete acuden al Congreso a informar a detalle, sobre el estado que guarda cada área de la administración. De esta manera, a mediados de octubre del presente año, serán cuestionados por los representantes populares.
Este ejercicio de rendición de cuentas fortalece el equilibrio de poderes, porque los funcionarios estatales tienen que responder sobre lo que ocurre en su secretaría en rubros donde es necesario escudriñar. A saber, en qué se ocupó el presupuesto, los procedimientos que se utilizan para licitar las obras, los criterios para implementar las políticas públicas, por citar algunos.
De tal suerte que esa información pública tiene que pasar por el escrutinio de los legisladores, que al final del día son los representantes del pueblo. Esta práctica republicana fortalece a todos porque los ciudadanos debemos de tener mucha claridad sobre el manejo de los recursos públicos y los parámetros que se utilizan para tomar decisiones.
Sin embargo, en medio de todo esto también hay criterios políticos. Incluso, hay veces que éstos son determinantes en las comparecencias. Por ejemplo, el titular de la Secretaría de Gobierno, siempre será cuestionado por los temas de la política interna. Porque en estos menesteres, es muy difícil que exista un solo punto de vista o una decisión que no sea debatible. Se trata, por tanto, de generar un debate parlamentario con una alta dosis de intereses creados.
De esta manera, lo que veremos el próximo mes en el Congreso, promete ser un mecanismo interesante para analizar con lujo de detalle, el desempeño de los funcionarios estatales y la capacidad de los legisladores locales para generar una disertación productiva.
Ojalá que los participantes tengan esta misma idea. Porque a lo largo de los años, hemos visto ejercicios infructuosos que pierden sustancia. Es decir, funcionarios apáticos que informan solo lo más conveniente, que maquillan los datos, que mienten a la hora de justificar sus acciones, en fin.
Por otro lado, también existen casos donde los diputados toman estas glosas como arena política y llevan los temas a la confrontación personal y el choque político. Aún con todas estas desavenencias es preferible tener funcionarios que son cuestionados que burócratas sin vigilancia que obedecen intereses personales o de grupo.
Lo que vendrá en próximos días es una apuesta por la cordialidad para que todos salgamos ganando de estas comparecencias. De nada sirve tener diputados que aplauden todas las decisiones ni miembros del gabinete que maquillen los datos.
La función pública es compleja en el sentido que siempre hay afectados. Lo anterior porque nunca alcanzan los recursos para las múltiples demandas que exige una sociedad compleja como son las actuales.
Todo depende del enfoque que se utilice para tomar decisiones. Ojalá veamos en debate de altura en una legislatura que es mayoritariamente morenista, sello político que también distingue al gobierno.
Esta será una oportunidad de ora para evaluar los cambios que se han logrado desde una óptica de transformación en la vida pública como pregona el partido guinda.