Ayer fue nombrado el Sumo Pontífice. El cardenal Robert Prevost se convirtió en el Papa León XIV y las especulaciones sobre el futuro de su papado, se han notado en redes sociales y en las noticias nacionales e internacionales.
Desde su nacionalidad como estadounidense hasta su naturalización como peruano, pero sus acciones, discursos y señales, han dado muchos más argumentos que cualquier especulación.
En primer punto, no fue nombrado como cardenal de nuestro vecino de norte sino como cardenal peruano, lo cual para la propia tradición católica, tiene mayor peso que su nacionalidad.
En segundo punto, fue misionero agustino, quienes tienen entre sus pilares la búsqueda interna de Dios, vida en común y caridad fraterna.
Sus primeras palabras como representante de la Iglesia Católica, parecen aun más trascendentes porque la mayor parte de su discurso, no se dirigió a los católicos sino al mundo entero, con el objetivo de hacer un llamado a la paz y a la unidad.
No solo es interesante sino trascendental que en un momento donde los países pretenden cerrar fronteras, generar aranceles y deportar inmigrantes quien es ahora el representante de más de una quinta parte de la población mundial, haya en sus primeras palabras, hablado a toda la humanidad y no solo a su comunidad, haciendo una llamado a crear puentes y buscar una sola nación como la humanidad.
De igual forma, el discurso hacia la Iglesia Católica que llama a tener los brazos abiertos a todas las personas y todos los colores, es no solo es una llamada a la conversión como lo hizo el Papa Francisco, para establecer una comunidad incluyente, respetuosa y comprensiva.
No obstante, su propia participación hablando en español, no deja dudas sobre su visión hacia América Latina y la discusión de migración cuando el mismo fue inmigrante, sin dejar de mencionar la continuidad con las posturas del anterior pontífice.
jfernandoge1@gmail.com