En esta semana en la Comisión Permanente del Senado de la República, los legisladores del PAN tuvieron un comportamiento muy peculiar. Con alarmas y megáfonos trataron de sabotear la sesión para dar prioridad a la discusión de la agenda política. En particular, para debatir los señalamientos que se hacen sobre Adán Augusto López Hernández

Lo anterior, derivado del punto de acuerdo sobre la supuesta colusión del crimen organizado con políticos de Morena. Fue la senadora del PAN, Lilly Téllez, quien hizo el exhorto para que López Hernández solicitara licencia y ponerse a disposición de las autoridades por investigaciones de presuntos vínculos con el grupo criminal La Barredora.

No obstante, la mayoría guinda decidió primero dar salida a los dictámenes sobre los nombramientos que envió la presidenta Claudia Sheinbaum a favor de Claudia Pavlovich Arellano, como embajadora de México en Panamá y Francisco Javier Díaz de León, como embajador de México en Turquía.

Hay que recordar que Pavlovich fue la primera gobernadora de Sonora en 2015 de la mano del Partido Revolucionario Institucional (PRI), mismo que la expulsó de sus filas en 2022, después de que López Obrador la nombrara cónsul en Barcelona en 2022.

Por el contrario, Díaz de León posee estudios de grado y posgrado en relaciones internacionales; forma parte del Servicio Exterior Mexicano desde 1991 y ha ocupado los cargos de cónsul de México en las ciudades estadounidenses de San Diego, Nueva York, Raleigh, Atlanta y Georgia.

El nombramiento de dichos perfiles pudo alimentar un buen debate en tribuna, pero el PAN tenía otros planes. Lo suyo era meter desde el inicio el tema coyuntural, para contaminar el ambiente legislativo y reventar la sesión.

Estos tecnicismos parlamentarios quizá son lo de menos. Lo más, es que ahora los legisladores están llegando muy lejos en su afán por llamar la atención, sobre temas que solo a ellos les importan. La tribuna más alta del país, por tanto, es secuestrada por grupos e intereses específicos.

De alguna manera, ese espacio sirve para tal efecto. Para dirimir las agendas políticas, confrontar ideas, parlar los temas de actualidad y fijar posiciones en torno a las distintas posiciones ideológicas de los partidos políticos.

Pero el circo que se vivió en la sesión de esta semana, dista mucho de un debate de altura. Lo que vivimos fue un espectáculo de egos donde unos gozan de la transgresión del orden del día y otros recriminan las formas tan burdas de hacerse escuchar.

Eso ocurrió con el panista Ricardo Anaya, quien exigió firmemente que se discutiera la agenda política para abordar el tema de los señalamientos en contra de Adán Augusto López Hernández y su exsecretario de seguridad, Hernán Bermúdez Requena, durante su gobierno de Tabasco, así como la inseguridad y violencia por la que atraviesa el país.

Contra toda protesta de los panistas, el presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, siguió con el orden del día propuesto en medio de sirenas y alarmas de los megáfonos del diputado Federico Döring y el senador Ricardo Anaya, plantados en la tribuna.

Que lástima que ese nivel de debate se mantenga en algunos políticos. Su falta de acuerdos va en detrimento del ambiente político. Lo cual exhibe la carencia de miras en torno a la construcción de un país mejor.

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