En la memoria colectiva de quienes vivimos en México desde hace años, hubo dos momentos en la vida pública que nos marcaron en cuanto a los contenidos noticiosos. Me refiero a la invención de un secuestro del hijo de Isabel Miranda de Wallace y del supuesto rescate de unos secuestradores conocidos como los “zodiacos”.
En aquellos tiempos, autoridades, medios de comunicación, políticos y sociedad civil, recriminamos fuerte la descomposición social que caracterizaba al país, pero encontramos un oasis mediático cuando nos enteramos que los “culpables” estaban identificados y terminarían en la cárcel.
A la postre, estos dos casos se cayeron poco a poco. En ambos, la complicidad de la televisión con las autoridades, alcanzó la categoría de escándalo. Porque todo se trató de un gran engaño donde algunas personas quisieron resolver sus asuntos, pasando primero por la opinión pública previamente alterada y manipulada por los medios masivos de comunicación.
Fue muy lamentable utilizar ese método y lo peor, que muchas personas terminaron en la cárcel sin las pruebas necesarias, sin un juicio justo, acusados de un crimen que nunca ocurrió con las premisas que inicialmente nos trataron de vender.
Una de esas víctimas salió de la cárcel este fin de semana, después de 20 años. Se trata de Israel Vallarta, quien dijo en sus primeras declaraciones que “se van a conocer muchas verdades y habrá consecuencias para los responsables. Yo siempre fui inocente, remató”.
Entró con 35 años y ha salido con 55 y una cara de felicidad que solo dejó escapar unas lágrimas al recordar a sus padres, muertos mientras él penaba en el Altiplano, una cárcel de alta seguridad donde también ha estado encerrado su verdugo, Luis Cárdenas Palomino, por torturas.
Entró con una novia y ha salido para abrazar a su nueva esposa, a quien conoció en prisión y entregó un anillo de papel, que sellaba su compromiso. Entró como un villano y ha salido prácticamente como un héroe.
También hay que decir que Vallarta tiene derecho a solicitar al Estado una reparación por las torturas recibidas, notorias, porque se produjeron prácticamente a la vista de todo el país y sobre las que se ha pronunciado el Comité contra la Tortura de la ONU.
Al final, casi todo se invirtió respecto a la versión que teníamos en un principio. Ahora el que fue jefe de la Agencia Federal de Investigación, Genaro García Luna, se encuentra en Estados Unidos cumpliendo con una sentencia de 38 años de cárcel por nexos con el crimen organizado; Luis Cárdenas Palomino, también está tras las rejas por el delito de tortura y Carlos Loret de Mola, salió de la empresa Televisa y ahora es denostado como periodista por su autoría intelectual del montaje citado.
Resulta muy alarmante que eso allá ocurrido hace 20 años. Por fortuna, pudimos conocer la verdad a pesar de todos los elementos que se desplegaron en su momento y que trataron de construir una visión armada y errónea de la impartición de justicia en México.
Pero el punto es que estos dos casos mediáticos fueron analizados con precisión por organizaciones, periodistas independientes, medios alternos, entre otros; y gracias a ello, se supo de la alteración que se hizo verdad por un tiempo. Pero seguramente habrá muchos casos más que todavía se mantengan en la obscuridad de la impunidad donde los probables culpables estén libres.