Como cada año, el Buen Fin como consecuencia del denominado Black Friday en nuestro país vecino, representa la oportunidad de adquirir bienes duraderos, con grandes descuentos en casi todos los comercios.
Pero dicha campaña comercial, no es una tradición nacional. Si funciona como gran marketing para la ministración de una parte del aguinaldo de los trabajadores.
No obstante, dicho marketing que proviene de un deseo de venta por parte de los comerciantes, tiene límites en los derechos de consumidores.
En especial, el marketing no debe tener como finalidad el engañar o generar errores en el momento de que quien consume, pague más pensando que sería menor.
En consecuencia, es esencial que no se inflen los precios, previo a estos descuentos para no generar una idea de descuentos donde no existen.
En segundo punto, es fundamental que cada promoción sea clara, concisa y especifica con el fin de que las y los consumidores podamos comprar de manera informada.
El tiempo de engañar y abusar del consumidor, debe quedar atrás eliminando todo tipo de publicidad engañosa, porque la idea fundamental del derecho del consumidor es que las personas gasten conscientes de ello, en beneficio propio.
La idea de economía incluso se ha modernizado a la luz de los derechos humanos, garantizando la propiedad privada de las personas sobre el lucro de las empresas.
Si bien es una idea innovadora que lleva apenas unas cuantas décadas en el derecho, ha sido difícil materializarla porque la gran mayoría de estos conflictos se dan en gran número bajo un esquema de gasto mínimo, es decir, grandes personas pueden ser afectadas en mínimas cantidades.
No obstante, el siguiente paso debe de ser lograr una flexibilidad que permita que estos procesos sean fáciles y agiles, para evitar cualquier afectación a los derechos de los consumidores.
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